«Puedo ser mucho más realista, pero no soy fotógrafo sino pintor»
El artista riojano regresa a Baco y al universo del vino en su nueva exposición, hasta el 20 de octubre en Caja Rioja Gran Vía
A sus 78 años, Luis Xubero presume de plenas facultades, sobre todo artísticas. Son ya 66 años los que lleva pintando, de forma autodidacta ... y reivindicando el oficio tanto como el talento. Y no tiene intención de jubilarse.
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El pintor calahorrano inauguró ayer exposición en el Centro Fundación Caja Rioja-Bankia de Gran Vía, donde reúne una treintena de obras en torno a 'Baco y el universo del vino', un tema recurrente en su trayectoria pero al que ahora da una vuelta de tuerca buscando la originalidad. Revalida, eso sí, el realismo que tan virtuosamente maneja con los pinceles. Dice que puede ser mucho más realista, «pero cuando pasó el sarampión del hiperrealismo llegué a la conclusión de que no soy fotógrafo, sino pintor, y eso es más difícil». Buena parte de las obras que expone en Logroño hasta el 20 de octubre ya lucen el círculo rojo.
– En esta exposición hace un curioso planteamiento. Aborda el mismo asunto con dos miradas y dos técnicas diferentes: pastel y óleo.
– Eso tiene su explicación. Antes de afrontar una obra al óleo y en formato grande siempre la inicio en un dibujo, de donde luego voy quitando, poniendo, cambiando... y al final de la idea primigenia queda muy poco.
– ¿Es la primera vez que plantea así una exposición, con el antes y el después de una obra?
– Sí, la primera vez, y parece ser que da resultado.
– Al margen de este juego de parejas protagonizado por cepas, hojas, uvas, piedras y sarmientos incluye también una serie de sátiros y bacantes.
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– Son el séquito de Baco, dibujos que van por libre.
– El concepto de bodegón también está muy presente en esta exposición.
– Es que yo soy pintor de dos cosas fundamentalmente: de bodegón y paisaje. La figura, cuando no tengo dependencias, se me da bien. Por ejemplo, los retratos de mis nietas me quedan francamente bien, pero cuando son por encargo me pesa la responsabilidad y justo que pasan el corte. Hay que ser honesto con uno mismo, y de todos los retratos oficiales y de encargo que he hecho me quedo con uno y no más, con lo que admito la crítica sobre mis retratos.
«Nunca pinto las cosas tal y como se ven, sino que intento transformarlas. Si no, mal pintor sería»
PINTOR
– El retrato que hace aquí del dios Baco ¿se corresponde con alguien real?
– No, es una cabeza inventada y transformada por mi criterio. Yo nunca pinto las cosas tal y como se ven, sino que siempre intento transformarlas; ser el crisol por el que un tema entra y se transforma, si no mal pintor sería. La idea está muy bien, pero luego hay que desarrollarla y darle el sello propio.
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– En muchos de sus lienzos aparecen las cuerdas. ¿Tienen algún simbolismo?
– En mi caso sí, porque todo me gusta que esté atado y bien atado. Crean una atención atmosférica que me gusta. Crean un equilibro, se mueven, son menos estáticas que, por ejemplo, una cesta. Una cuerda sirve para tantas cosas; para ahorcarse, para hacer diábolos, guiñol, para atar... Me gusta abordar el bodegón porque me produce sensaciones muy distintas al paisaje, donde no puedo remediar ser wagneriano, tenebroso; me gusta la tragedia, sobre todo en mis cielos.
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– Es que me gusta mucho, y quieras que no el subconsciente de los riojanos está muy influenciado por este tema. Y si a eso unes la pretensión que yo tenía de hacer algo original, creo que ha quedado algo diferente a lo visto hasta ahora, al margen de que guste más o menos.
– Inauguró su anterior exposición en enero de 2020. Luego llegó la pandemia. ¿Ese tiempo de encierro y de reflexión, ha hecho mella en su pintura?
– Yo la pandemia, desde el primer día, la pasé en el estudio. Mi ritmo de vida no cambió nada porque apenas tengo contacto con nadie.
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«Mi hijo (Luis Miguel García Armentia) es realista y, como yo, cuida mucho las composiciones»
PADRE DE PINTOR
– Pero fue un momento epatante y de reflexión para muchos.
– Yo no me he impactado en la vida por nada ni he tenido miedo, ten en cuenta que soy hijo de uno que hizo la guerra.
– En la última entrevista nos comentó que le apetecía escribir poesía. ¿Lo ha logrado?
– Ya lo hice en el libro que se editó con motivo de mi exposición en la Amós Salvador en 2014 'La Rioja, el último paraíso' (sus sonetos aparecen con versos de Adrián Pérez, Julio Armas y Santiago Vivanco). Pero la pintura me absorbe mucho y, de hecho, ya tengo los dos próximos proyectos en la cabeza, aunque van a ser una cosa muy de entretenerme. No adelanto la idea porque luego me copian.
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«Los retratos de mis nietas me quedan francamente bien, pero si son encargos justo pasan el corte»
RETRATISTA
– Como Galardón de las Artes de La Rioja 2005, ¿qué le parece compartir este reconocimiento con Rosa Castellot, la última premiada?
– Me parece que era oportuno. Se ha dedicado a la enseñanza, es una magnífica dibujante y ha hecho exposiciones, con lo cual tiene un bagaje que creo que es suficiente. Por dar capotazos y muletazos se lo dimos a Urdiales; por mantener el Archivo Histórico en condiciones se lo dimos a Micaela Pérez. Además creo que, por encima de mi consideración, está la de un jurado.
– ¿Cómo conviven dos pintores en una misma rama familiar? (Su hijo, Luis Miguel García Armentia, también lo es).
– Muy bien. Mi hijo pinta en una zona del estudio y yo en otra, y como es buen tío yo le hago de vez en cuando alguna observación. Si yo hubiera tenido un padre pintor me hubiera resultado más fácil, porque yo he aprendido a base de errores. El primero lo cometí cuando tendría 13 años, que pinté un árbol de un calendario de había en casa y empecé por el árbol y luego hice el cielo.
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– ¿Se ve reflejado de alguna manera en la obra de su hijo?
– Es realista y cuida mucho las composiciones, como yo. Y luego el colorido... ten en cuenta que hizo Diseño Gráfico y luego Bellas Artes. Recuerdo que cuando estaba estudiando me decía que conmigo aprendía más en una semana que todo un año en la facultad.
«Mi vida no cambió nada porque desde el primer día la pasé en mi estudio, sin apenas contactos»
LA PANDEMIA
– Asegura que, para usted, la mejor música es el silencio y la mejor compañía, la soledad.
– Sí, sí, es que tengo una amiga que se llama Soledad (bromea).
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– Y no tiene intención de jubilarse nunca.
– No, estoy tan bien en mi estudio en silencio, hasta que llega mi hijo y lo fastidia porque pone música. El único día que no voy al estudio es el domingo por la tarde, que me dedico a leer cosas espesas, cosas de ensayo. Ahora estoy con Stephen Hawking, dice cosas interesantes...
– ¿Su dios? Supongo que Baco...
– No, ninguno. Yo no digo que exista ni que no exista, sencillamente que no ha venido nadie a contarlo. Los seres humanos somos química (nos habla de la proteína como clave de la inteligencia del hombre y de su evolución) y cuanto todo se acaba volvemos a ser química. No creo en ninguna religión. La que más conozco es la de aquí y ha tenido un enorme éxito basada en algo que yo odio: el miedo y la ignorancia.
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