Música en San Mateo

El concierto estrella era el de En Tol Sarmiento

Quién iba a decir no ya que el concierto estrella de San Mateo iba a estar en el Espacio Peñas, algo que podría ser previsible, sino que este fuera el de En Tol Sarmiento. En la noche del viernes, cuando ya se había quemado la cuba y no había ningún otro acto más en la ciudad, La Ribera se llenó para ver al grupo de Rioja Alavesa. Y ocurrió el fenómeno extraño e inverso de que el telonero congregó a más espectadores que el cabeza de cartel, Porretas. Al menos 5.000 personas asistieron al directo de En Tol Sarmiento (ETS).

Jóvenes en su mayoría portaban cervezas y calimochos dispuestos a bailar. Y ETS ofreció un directo muy festivo, al estilo de La MODA pero, en lugar de burgaleses, alaveses (con toques navarros y riojanos), que más o menos es lo mismo, salvo por el euskera, pero los metales (trompeta y trombón) le daban ese mismo aire de celebración. Solo desentonaba el telón de fondo del escenario, propio de un guateque de los 60, absolutamente anacrónico, como si Bárbara 'Reina de la Pantaloneta' se hubiera dejado allí parte del decorado. Pero, a tenor de la energía que se desprendía desde el escenario y por parte del público, las fiestas de San Mateo, más que acabar, parecían estar empezando.

Hubo hasta una bengala entre el público. «Estuvimos hace seis o siete años en la Biribay y había como 60 personas. Recordaremos este concierto toda la vida», dijo el cantante Iñigo Etxezarreta. «Esto es mostrar una realidad lingüística cuyo único fin es la riqueza cultural», justificó después por el repertorio prácticamente íntegro cantado en euskera, y a continuación interpretaron el 'Himno a Logroño'. Y es que preguntaron al público quién era de Rioja Alavesa, como ellos, y quién de Logroño y, a mano alzada, había bastante igualdad. Tras unas últimas canciones tocando todos sentados, a modo de 'tablao' flamenco, ETS terminaron a ritmo de fanfarria y ska, dejando muy buen sabor de boca entre los espectadores. Cabía preguntarse, entonces, qué sucedería después de aquellos fuegos artificiales.

Minutos antes de las 1.00 horas, y tras cerca de una hora y media de directo de ETS, empezaron a tocar Porretas. Una banda rabiosamente actual frente a un grupo clásico, a punto de cumplir 40 años de trayectoria. El concierto de Porretas fue un viaje al pasado. Desde las primeras canciones, como 'Joder qué cruz' («Ya voy, ya me levanto. Ya voy, no grites tanto. Ya voy, me estoy meando») mostraron su característico rock con mucho humor, básico, y sin ninguna concesión moderna. Nada de 'techno' o samplers, solo guitarras, bajo y batería. Así, desplegaron un «rocanrol a toda mecha» bastante bien interpretado, salvo por unas letras extraordinariamente sencillas. «Venimos de Hortaleza y os invitaría a todos pero es que sois un montón, ¡me cago en Dios!«, juramento de Juan Carlos Díaz, 'Pajarillo', que se repitió más que alguna nota musical.

Tan cómicas o simples son las letras de Porretas que, por momentos, se asemejan a El Reno Renardo, aunque con una delgada línea que les impide inclinarse más hacia el humor. Otras similitudes fueron la de la canción 'El abuelo fue picaor', que no se parecía a Víctor Manuel sino a 'Enamorado de una botella' de Piperrak. De vez en cuando, exagerando mucho, también recordaban a ZZ Top, Motörhead y, sobre todo, a Ska-P. Gran parte del público alavés se había marchado tras ETS, renovándose con unos espectadores ya mayoritariamente adulto, conservando aún los miles de espectadores en el Espacio Peñas, confluyendo dos generaciones: padres e hijos. «Cuando éramos jóvenes, algunas cosas se tomaron. Algún tripi sentó bien, alguno sentó mal», confesó Pajarillo al interpretar 'La última generación'. Y es que, de alguna manera, sus canciones parecían los consejos del abuelo al nieto.

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