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Música de San Mateo
Arde La RiberaEl Espacio Peñas cierra San Mateo reuniendo a más de 7.000 personas en La Pegatina, precedida de Los Zigalas y, en el Ebroño, de Messura
La última noche musical de San Mateo la abrió Messura con un magnífico concierto en lo musical y espacial. Dentro del festival Ebroño organizado por la Asociación de Vecinos Norte, se ideó un concierto sobre una plataforma flotante en la laguna del parque La Ribera, casi una utopía que se llevó a cabo con bastante buen resultado. Fue el preludio a una noche de total éxito en el aledaño Espacio Peñas, que se llenó a reventar para asistir al directo de La Pegatina, con los locales Los Zigalas de teloneros. Más de 7.000 personas acabó habiendo en el Espacio Peñas pasada la medianoche, de tal forma que, además de la Policía Local, se presentaron los Bomberos de Logroño, por si acaso. La Ribera acabó ardiendo, pero de fiesta. De fin de fiesta.
En lo estrictamente musical, puede que hasta que la dimensión del concierto de Messura se quedara pequeña porque las miles de personas que se congregaron hicieron que fuera de la zona de proyección del sonido este no fuera idóneo, como es lógico. No obstante, la belleza de la propuesta dejó el nivel del directo muy alto. Messura, con el trío de cuerda Ellas incluido (dos violines y un violonchelo), ofreció un repertorio precioso, al nivel de Vetusta Morla. Después de haber tocado en plena Gran Vía, en el Museo Würth, el Círculo Logroñés, el teatro de Canales, el local vacío del bar La Quimera y de hacerlo flotando en La Ribera, cabe preguntarse dónde le queda por tocar a este grupo.
Su directo fue intenso pese al obligado comedimiento de estar tocando en una plataforma flotante y todos, por tanto, debían permanecer formalmente sentados. La cúpula y la proyección de las luces otorgó a la banda un aire celestial y al concierto, casi categoría de misa. Lo mejor, que Diego M. Continente anunció que su ausente compañero David Burgui, guitarrista, «ya está curado» de la enfermedad que padecía y que le ha mantenido ausente de la banda unos meses. Messura exhibió su enorme calidad, una vez más sorprendiendo con la propuesta, un directo delicado y a la vez contundente. Al finalizar, un miembro de la organización contó que una anciana de 82 años le acababa de preguntar si eso era rock y, al responderle que sí, ella confesó: «Pues no sabía que me gustaba el rock».
A continuación, en el Espacio Peñas, que ya había ensanchado el perímetro de las vallas ante la avalancha de gente que se avecinaba, Los Zigalas cumplió su papel de telonero a la perfección, ofreciendo un buen directo ante un público que no les conocía demasiado. Estrés, a la voz, alabó la labor de Txiki Nalda a la guitarra tras «un pequeño accidente», puesto que actuó en silla de ruedas, como Axel Rose en la gira de AC-DC, y también tuvo autocrítica a sus pantalones blancos: «Me han dicho que parezco un peñista pero no era mi intención». Sobre todo, Los Zigalas fueron reivindicativos como contra el machismo, con la canción 'No quiere decir no', y a favor de la visibilidad LGTBIQ+ con 'Tormenta de sal', así como los claros mensajes que lanzaba Estrés. Pero, además de los momentos reivindicativos, Los Zigalas también tuvieron un momento festivo. «Somos como una orquesta, como una gran verbena», explicó Estrés, e incorporaron a una sección de metales con el que iniciaron un periodo ska y de jolgorio absoluto con el que acabaron, dejando buen sabor de boca y caldeado el ambiente.
Fiesta perpetua
La Pegatina se hicieron esperar media hora que se hizo larga, pero desde la primera canción, 'Y volar', cañón de generoso confeti y serpentinas incluido, hizo bailar al público, que ya alcanzaba una cifra descomunal, como no habían visto jamás la mayoría de los adolescentes presentes en San Mateo. Tanta gente había, y de todas las edades, que el público amortiguaba el sonido al fondo, de manera que se escuchaba mejor a los lados.
Si Los Zigalas habían finalizado el directo con una decena de músicos sobre el escenario, La Pegatina no fue muchos menos, dirigidos por la trompeta y el trombón, que les da ese sonido de fanfarria, de fiesta perpetua, casi circense. Con coreografías como la de 'Mama' parecía aquello una orquesta. Dentro de esa locura que es el directo de La Pegatina hubo hasta un estribillo de Rosalía. Todo a ritmo frenético con mucho ska, algo de rumba y unos toques reggae. Todo el mundo, eso sí, esperaba dos canciones en concreto: 'Lloverá y yo veré' y 'Mari Carmen'. Mientras tanto, solo quedaba esperar que a los de primera fila no les entrasen ganas de ir al baño.
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