Recuperar el patrimonio 'perdido'
¿Cómo debe ser un museo en el siglo XXI? Expertos de UNIR reflexionan sobre un proceso de cambio «muy delicado»
Avanzar al mismo ritmo que lo hace la sociedad implica también revisar las colecciones que los museos albergan. Pero es un asunto delicado, «porque hay muchos intereses detrás», reconoce Clara Colinas, coordinadora Académica del Máster en Gestión y Emprendimiento de Proyectos Culturales de UNIR. Una preocupación que se ha hecho evidente tras el anuncio del ministro de Cultura, Ernest Urtasun, en el Congreso de los Diputados sobre su intención de iniciar un «proceso de revisión de las colecciones de los museos estatales dependientes del Ministerio de Cultura».
Este proceso de 'descolonizar' los museos ya ha comenzado en países como Alemania, Estados Unidos, Francia o Reino Unido. «Se piensa en la idea de poder recuperar patrimonio, que se encuentra en manos de museos de otras ciudades o países», explica Colinas, que opina que sería necesario estudiar cada caso en particular, sin generalizaciones.
«La descolonización de los museos supone un nuevo reenfoque, delicado y atractivamente desafiante, que busca contextualizar las colecciones que se exhiben en las salas de modo adecuado», completa Yolanda López, experta en gestión cultural y docente del Máster en Gestión y Emprendimiento de Proyectos Culturales de UNIR.
«En España lo interesante sería al revés; es decir, nosotros como receptores de obras»
Clara Colinas
Coordinadora de Máster en UNIR
López recuerda que muchos museos surgieron en el siglo XIX, en plena época de colonización, y fueron concebidos como lugares encargados de mostrar obras que llegaban de otros continentes para que pudieran ser admiradas por personas que no podían viajar hasta ellos. «Lo que propone la descolonización de los museos es, por una parte, la devolución de piezas que han sido saqueadas o robadas y que han llegado a formar parte de colecciones de un modo 'ilícito' y, por otro, la revisión del relato».
En el primer punto, el caso por antonomasia es el Museo Británico con los mármoles del Partenón, «reclamados de modo reiterado ante el silencio del museo inglés», ejemplifica. Aunque no es el único. López pone los casos de «grupos indígenas de Chile que se dirigen a los museos solicitando la devolución de parte de las colecciones o el caso del Tesoro de Quimbaya, conservado en el Museo de América en Madrid y reclamado por el gobierno colombiano».
Sensibilidades compartidas
Habla también del Museo Horniman, también de Londres, «que ha devuelto a Nigeria obras sustraídas por las tropas británicas en el siglo XIX». Igualmente, hay casos en Francia, uno de los países que está llevando a cabo importantes avances a este respecto. «Existe un acuerdo ya por el que serán devueltas las piezas siempre y cuando sean reclamadas por los países de origen». Una sensibilidad que comparte, en este sentido, Alemania, a través de acciones como las llevadas a cabo por el Museo Etnológico de Berlín.
En el caso de España «no nos afectaría tanto, porque las pinacotecas, museos de bellas artes y arqueológicos etnográficos contienen, principalmente, legado español. No nos veríamos afectados por esa marcha de obras», indica Colinas, que augura que lo interesante sería al revés. «Nosotros como receptores de obras de nuestro patrimonio que pueda estar fuera».
Ella considera una buena opción redactar una ley «local, nacional o internacional; que Europa pueda tomar medidas», aunque reitera que lo ideal sería estudiar cada caso en particular, porque habría que tener en cuenta en qué condiciones se halla el museo receptor. «No todos estarían preparados».
El uso tecnológico para paliar 'ausencias' y recrear modelos
Tanto Clara Colinas como Yolanda López coinciden en la utilidad de la tecnología. «Las visitas a un museo no acaban en el momento en el que atravesamos su puerta, sino que la labor de divulgación es capital a través de los perfiles de Instagram, Facebook o YouTube», resalta López.
En esta misma línea se posiciona Colinas, que subraya que el uso de la tecnología puede ayudar no solo en las labores de documentación de las obras, sino también en la reproducción de réplicas «mediante cartelería, elementos gráficos, videomontajes, etc.; es decir, existen infinidad de soluciones para que quede la estela de piezas que vuelvan a sus lugares de origen».
Lugar de aprendizaje
Se hace necesario «transformar esos espacios existentes y darles un nuevo uso», insiste Colinas, que recuerda que los museos también son puntos neurálgicos para la investigación, a donde llegan «estudiosos de todos los rincones del mundo, lo que da prestigio».
Yolanda López aporta una solución en los casos de devolución de piezas a sus países de origen. «Con el fin de paliar la ausencia, podemos recrear modelos en 3D que evoquen la pieza original». De ese modo, «podrá 'reemplazarse', con una réplica para poder narrar, no solo la pertenencia durante un tiempo en la colección, sino para dejar constancia de que la devolución atendió a una decisión museológica en pro de una exhibición más igualitaria, justa y enriquecedora».
López entiende que los museos deben incluir en su discurso el mayor conocimiento del contexto posible; el porqué de la inclusión de una determinada obra.
De hecho, señala que los museos «han ido rescatando artistas de los almacenes y han ido cambiando el concepto de canon».