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El Calahorra y la SD Logroñéshan ocupado puestos de ascenso durante casi toda la liga. Juan Marín
Segunda B

Transición a una nueva realidad

El futuro de la categoría brinda a Calahorra, Haro y SDL, que regresó en julio, nuevas oportunidades en un año convulso

Sergio Martínez

Logroño

Lunes, 28 de diciembre 2020, 08:23

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La actual Segunda B parece otra categoría a la que cerró el año 2019, tanto a nivel global, con más equipos, un nuevo formato en subgrupos, un calendario de tres fases y un futuro de reestructuración, como a escala riojana. La UD Logroñés, el referente durante más de una década, consiguió al fin ese soñado ascenso, abriendo la puerta a que fuesen otros clubes de la región los que asumiesen el protagonismo en la división de bronce. Al Calahorra y el Haro, que el terminaron el pasado curso 'interruptus' en la zona media, se les unía una SD Logroñés que regresaba a una categoría muy diferente y que abre nuevas oportunidades con la remodelación del 2021 en el horizonte.

El año arrancó con una Segunda B clásica, que no parecía aventurar un cambio de ese formato que mantenía desde hace tantos años. La UD Logroñés seguía arrasando hacia el campeonato, el Haro sostenía sus buenos números superando las expectativas y el Calahorra se acercaba peligrosamente hacia la zona baja.

Una de las noticias del año fue la destitución, el 17 de febrero, de Miguel Sola, el entrenador que devolvió al Calahorra a la división de bronce. Días después, Diego Martínez, asumió el mando de un equipo para el que parecía destinado. El flechazo fue mutuo. Sin embargo, sólo pudo disfrutar de tres jornadas, ya que el 11 de marzo, la pandemia que arrasaba el país llevaba a la paralización del fútbol. Primero, por quince días, con los equipos manteniendo la ilusión por retomar las jornadas restantes. Poco después, la realidad evidenció el fin de la liga.

Único que sigue del Calahorra de hace un año. El capitán, es la bandera dentro y fuera del campo de un equipo que aspira a más

Cristian Fernández | CD Calahorra

Salvaguarda y primer constructor del juego de un Haro que ha contado con otras piezas claves: Duro, Kevin Calle, Bueno...

Fermín Sobrón | Haro Deportivo

'One club man'. Doce temporadas a un alto nivel para el capitán de una SD Logroñés que regresa a Segunda B sin complejos.

Miguel Ledo | SD Logroñés

El Calahorra finalizó undécimo, de aprobado y poco más. Por su parte, el Haro alcanzó ese punto habiendo transmitido muy buenas sensaciones. Recién llegados a la categoría, con un presupuesto humilde y una plantilla sin grandes nombres, los de Aitor Calle fueron un equipo competitivo y sin complejos. Terminó décimo, sin estridencias, pero con un destacado trabajo colectivo.

Julio llegaba con una tardía fase de ascenso en la que la UD Logroñés culminaba el salto al fútbol profesional en una temporada inmaculada. La Segunda B le echaría de menos. Mientras, retornaba la SD Logroñés seis años después de la mano de Albert Aguilá. En el 'play off' regional, en Las Gaunas y sin público, una curiosa y triste estampa que el COVID ha forzado, el campeón de Tercera hizo bueno su cartel de favorito alcanzando esa meta que tantas veces se había escapado.

La campaña 2019/20 se cerraba en las fechas en las que habitualmente arrancaban las pretemporadas. Entonces, se sucedieron las incógnitas y los chismes sobre el nuevo curso. La piedra angular sería la reestructuración de la categoría, que desde la temporada 2021/22 se dividiría en una Primera RFEF (Segunda B Pro) con 40 equipos y una Segunda RFEF de 90 participantes. Lío por la nueva y confusa denominación y por el reparto en un curso 2020/21 de transición.

Sin embargo, el enrevesado formato de la actual Segunda B resultaría atractivo por sus oportunidades y la exigencia competitiva. Los cien equipos quedaron divididos en subgrupos de diez contendientes, con el Calahorra, el Haro y la SD Logroñés junto a navarros y aragoneses en su primera fase, de 18 jornadas. Después vendrán dos más.

La postergada pretemporada comenzó el 1 de septiembre, los amistosos, en pausa durante unas semanas, a mediados de mes, y la liga más tardía de la historia, el 18 de octubre, siete meses después del parón. Con público en los campos, pero aforo reducido y mascarillas. La nueva normalidad. Los tres equipos riojanos, que mantenían a sus técnicos pero cambiaban muchas de sus piezas, regresaron ilusionados por un año que permitía lucirse. Terminar entre los tres primeros da opción de ascenso a Segunda División, un premio inalcanzable en otras temporadas. Estar entre los últimos, sería una doble condena. La otra cara de la moneda.

Un renovado Calahorra, en el que sólo sigue Cristian de la plantilla de hace un año, era uno de los favoritos y, pese a ciertas dudas, ha cumplido finalizando el 2020 como líder, algo difícil de imaginar hace doce meses. La SDL es la gran sorpresa, implicada también en la lucha cabecera con mucha pólvora y solvencia, uno de los pocos invictos de toda la categoría. La nota negativa es el Haro, con una imagen muy diferente a la del curso anterior, si bien cerró el 2020 con su primer triunfo en liga y el pase en la Copa. El 2021 revolucionará el fútbol de bronce y los equipos riojanos tienen la ocasión de ganarse un hueco su nueva élite.

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