El paisaje riojano como espíritu a la intemperie
Tierra alumbrada. El Parlamento de La Rioja dedica una exposición antológica a Tubía Rosales, el pintor jarrero que retrató el territorio riojalteño en cuerpo y alma
Tubía Rosales, en sus comienzos como pintor, probó a retratar a un personaje callejero de Haro, el Gasolina. Quizás le atraía una estética erosionada por la intemperie. Hasta que un día, con la obra ya avanzada, el Gasolina se presentó en el estudio aseado, afeitado y bien comido gracias a su primer sueldo como modelo. Ya no era el mismo a ojos del artista. Fue en ese momento cuando Tubía decidió dejar de depender de las personas, tan dadas a cambiar, y a partir de entonces sus retratos serían del entorno que le rodeaba: en adelante buscaría el alma del paisaje. Y el paisaje se la mostró.
'La tierra alumbrada' es la exposición que el Parlamento de La Rioja dedica a José María Tubía Rosales (Haro, 1914-Vitoria, 2006), la mayor muestra antológica del pintor jarrero que, en opinión del comisario de la misma, el también pintor Francisco Javier Garrido Romanos, es «uno de los tres grandes referentes de la plástica riojana»: «El maestro es Gerardo Sacristán y los otros dos son sus discípulos Enrique Blanco Lac, autor de una pintura más abstracta e intelectualizada, y Tubía Rosales, más apegado a los valores plásticos del paisaje y a la tradición noventayochista».
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Tubía Rosales La tierra alumbrada
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José María Tubía Rosales (Haro 1914-Vitoria, 2006)
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Parlamento de La Rioja hasta el 21 de enero
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Comisario Francisco Javier Garrido Romanos
La muestra es una extraordinaria ocasión para redescubrir al que quizás sea el menos reconocido de ellos y disfrutar de «un pintorazo como la copa de un pino», en palabras de Garrido. Inaugurada ayer en el antiguo Convento de La Merced, compartiendo claustros con parte de la colección pictórica del Parlamento, cierra el año de conmemoración institucional del 40.º aniversario del Estatuto y podrá ser visitada hasta el 21 de enero. Ha sido producida por el propio Parlamento con la colaboración de la familia del artista, que ha cedido para la ocasión la mayor parte de las obras.
La exposición reúne 52 cuadros de distintas épocas de la segunda mitad del siglo XX, óleos en su mayoría, y, salvo un autorretrato, todos son paisajes. En ellos se aprecia lo que el comisario denomina «propiedad ambiental»: «Su pintura –explica– representa el valor genuino de los lugares que pinta. Su originalidad radica en la captación de la propiedad ambiental, aquella cualidad intangible que define la naturaleza del paisaje, su esencial visión, inaprensible y táctil, corpórea y distante al mismo tiempo».
Con una factura rápida y muy sensitiva, «color y carne», su estilo está en la tradición de la Escuela de Vallecas, reunida a partir de Benjamín Palencia y Alberto Sánchez que proponía el paisaje elemental y descarnado como objetivo único. También contiene referencias anteriores del impresionismo tardío de Darío de Regoyos o de Zuloaga.
Pero, como si el autor se identificase con su entorno, lo protagónico es el arco geográfico que explora: un universo que gira en torno al viejo Haro, el de la Fuente del Moro o el rincón de Paternina, pero también Briones, Foncea, Fonzaleche, Toloño, la Sonsierra, San Felices, Peña Jembres y las vecinas tierras de Álava y Burgos o las peñas de Pancorbo.
«Allí, en sus paisajes de altos horizontes, la tierra aspira a ser el cielo, y las rocas, páramos y viñedos se alumbran de cualidad inmaterial por el esfuerzo de las gentes que la trabajan y la viven... y la sueñan». Una tierra como un espíritu a la intemperie.
Paseo por un artista imprescindible
José María Tubía Rosales (Haro, 1914-Vitoria, 2006) es un referente en el paisajismo riojano de la posguerra. Fue un autodidacta abierto a la experimentación. Enamorado de los paisajes de La Rioja Alta, en sus cuadros, campos y pueblos no aparecen de forma fotográfica, sino que son reinterpretados y reflejan el sentimiento que en Tubía producían, siguiendo en cierta manera la línea de la Escuela de Vallecas que identificaba el paisaje con el estado de ánimo del artista.
En su extensa carrera recibió numerosos premios: en la Exposición Provincial de Logroño (1952), en el Certamen Nacional de Educación y Descanso (1961), en la Exposición Ambas Castillas (1965), en el Primer Certamen de Exaltación de Valores Riojanos (1967), en el Certamen Nacional de la Uva y el Vino (1971) o el Galardón a las Bellas Artes Riojanas, otorgado en 1999 por el Gobierno de La Rioja como premio a toda una vida dedicada a la pintura.
Su obra se encuentra dispersa en colecciones particulares, tanto nacionales como extranjeras y parte en organismos oficiales (Museo de La Rioja, Consejería de Cultura, Museo el Torreón de Haro...). 'La tierra alumbrada' es la mayor muestra antológica reunida de este artista imprescindible por el que casi se puede pasear.
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