Lugares comunes y demás familia

Los álbumes familiares ya no son lo que eran: de aquellos blocs bien encuadernados con copias seleccionadas donde aparecía la parentela en las ocasiones especiales hemos pasado a almacenar en una nube virtual decenas y decenas de fotos digitales de cualquier momento trivial. Reflexionar sobre esos extremos de la evolución humana en su relación con las imágenes fijas es una de las invitaciones posibles de 'Familia. Fotonoveles', la exposición con la que abrió ayer en Logroño su 43.ª temporada la Casa de la Imagen, galería decana en España.

Once alumnos de su curso general de fotografía debutan en público con una muestra de su trabajo. Son Irene Castillo, Inés Flórez, María del Mar Hermosilla, Cintia Juárez, Jesús Ángel Palomar, Beatriz Ramírez, Sebastián Tapia, María Ángeles Tobes, Álvaro Villoslada, Alejandra Yanguas y Mariana Zavala. «Somos una escuela de fotografía, y ellos son nuestros favoritos», afirma Jesús Rocandio, director de la Casa.

Una mujer mayor, sentada en un obrador, contempla una fotografía antigua de otra mujer empujando un carrito en el que puede leerse: Panadería la 'Felisa'. Ambas mujeres, la retratada en color y la otra en blanco y negro, parecen mirarse a través del tiempo, y su conexión transmite una emoción mayor al enigma de sus identidades. La doble instantánea funciona como un juego de espejos capaz de viajar a través de los años y cuenta una historia propia.

Es solo un ejemplo. «Los nuevos fotógrafos –explican– se enfrentan a su trabajo de fin de curso y al tiempo descubren que la caligrafía de la luz oculta palabras, y que las palabras dicen cosas, componen poemas. Rondan un tema muy general, 'la familia' –el fundamento habitual de cualquier comunidad, nada extravagante, todo el mundo tiene alguna y frecuentemente no hay que viajar muy lejos para encontrarla–, pero también es la familia, ese vínculo, uno de los lugares comunes del quehacer fotográfico desde su misma invención, un lugar común».

En otro estilo radicalmente opuesto, nada nostálgico, una fotografía aparentemente azarosa en la Meca de los juegos de azar y las bodas exprés propone una visión diferente de la familia y un ensayo metafotográfico: una pareja posa para alguien que no aparece en el encuadre, otra se toma un selfi y una quinta persona se hace hueco para inmortalizar su paso por ese concurrido objeto de deseo: 'Welcome to fabulous Las Vegas Nevada'. Todo el mundo quiere esa foto, justo en ese lugar que nos resulta tan familiar siendo en realidad tan extraño.