Al campo, con los burros

Encontrarse con caballos, mulos o burros de tiro o carga utilizados para trabajos del campo cada vez resulta más difícil y llama la atención.

Tanto que incluso son un aliciente para los foráneos. Antes, no hace tantos años, era habitual ver a los agricultores con sus equinos trasladándose a las huertas con las alforjas, tirando de carros o labrando con el tradicional arado romano en las tierras de la comarca del Alhama-Linares, como ocurría en otros lugares del mundo rural riojano y de otras partes del país. Ahora ha pasado prácticamente a la historia.

El otro día salía de Igea hacia Grávalos y en el puente medieval, sobre el río Linares, se cruzaron dos vecinos con sus asnos. Jesús 'Moreno' regresaba al pueblo con su burra y José 'Sixto' iba a una huerta a echar estiércol que transportaba en el serón con su burro. Encontrarse con un equino resulta curioso, con dos ocupando la vía a la entrada del puente es algo llamativo, único, que traslada a uno a otra época, de blanco y negro.

Los dos agricultores, sonrientes, pararon al verme. Salí del coche y les saludé. Me dijeron que actualmente sólo quedan tres asnos en Igea. Jesús me contó que su burra parió hace poco 'por sorpresa' (al parecer la compró preñada y no lo sabía) y José se reía al recordar como la gente se baja de los vehículos para hacerle fotos (como estaba haciendo yo) cuando le ven con el burro por la carretera. En las jornadas micológicas de noviembre pasó con dos de sus nietos a lomos del animal por mitad del pueblo y fue la mayor atracción para muchos de los que acudieron a Igea ese día. Sus hijos labran sus campos con tractores pero él, que no tiene carné de conducir, comentaba que todavía utiliza el arado en las zonas de difícil acceso.

Mientras hablábamos los cuadrúpedos se acariciaron, hocico con hocico, ante la atenta mirada de sus dueños e incluso posaron. Luego cada uno siguió su camino.