Lo que queda del torreón...
Los restos retirados durante las obras del paso de San Gregorio siguen abandonados 12 años después en el Parque de Servicios
JAVIER CAMPOS jcampos@diariolarioja.com
Domingo, 30 de septiembre 2012, 13:42
Publicidad
Los restos del considerado como mayor atentado patrimonial de la historia reciente de Logroño aún pueden verse 12 años después asomando debajo de una lona. Testigos mudos de la desvergüenza, los restos del antiguo torreón desmontado en el 2000 tras quedar al descubierto en el entorno del Puente de Piedra a raíz de los trabajos de construcción del paso subterráneo de San Gregorio siguen consumiéndose por el olvido en el Parque Municipal de Servicios. Y lo que les queda.
El cambio de Gobierno municipal tras las elecciones de mayo del 2011 dio al traste con la idea de reubicación retomada durante la pasada legislatura tras años de silencio. El Ayuntamiento de Logroño, entonces con PSOE y PR en la Alcaldía, encargaba en diciembre del 2009 a Pedro Álvarez Clavijo la asistencia técnica que sirviese para evaluar de una vez por todas el estado de los sillares rescatados en su día del cazo de las excavadoras y del estruendo de los martillos neumáticos y buscarles, siempre y cuando fuese posible, una nueva localización. Sin embargo, y tras la vuelta al poder del PP, del mismo nunca más se supo. Este diario ha intentado conocer los planes que alberga el actual equipo de Gobierno respecto a los sillares, pero los intentos de hablar con el Ejecutivo local resultaron infructuosos.
Poco convencimiento
Según ha averiguado Diario LA RIOJA, el citado contrato quedaba rescindido después de que el arqueólogo pidiese una prórroga por falta de tiempo (otras obligaciones profesionales le obligaban a ello) y, en medio de las conversaciones de qué hacer con los restos, se produjese el cambio de inquilinos en la Casa consistorial. No obstante, él mismo actuaba con poco convencimiento. Así lo confirma el propio Álvarez Clavijo, quien mostró sus reticencias a la idea municipal de reubicar las piezas de la misma manera que se opuso cuando se produjo su desmontaje siendo alcalde Julio Revuelta.
«Se me propuso como arqueólogo presente en su desmontaje que dijese dónde podía recolocarse, si bien desde el principio advertí que tales restos, fuera de su ubicación original, en sí mismo no decían nada. Las piedras antiguas son piedras y no tienen sentido fuera de su contexto, por lo que planteé la posibilidad de hacer un estudio de los mismos para recabar toda la información posible.», explica más de un año después de abandonado el proyecto de manera definitiva.
Publicidad
Numerados y almacenados en los terrenos municipales de Pradoviejo, los restos permanecen apilados sobre decenas de palés y cubiertos por una lona protectora desde hace más de una década a la supuesta espera de determinar su estado, su validez e importancia arqueológica y su volumetría para buscar una ubicación idónea que, en ningún caso, pasaría por la reconstrucción fuera de su lugar original. Al menos eso fueron anunciando los distintos equipos de Gobierno que se han ido sucediendo desde el 2000, cuando «prácticamente se destruyó todo».
Piedras entre maleza
Más de una década después, el estado que presentan hace dudar a cualquiera de que tales restos acaben en un lugar que no sea una escombrera: la lona ha dejado de cubrir parte de las piedras que, a la intemperie, rodean los almacenes municipales acompañadas de la maleza que crece y decrece según la estación.
Publicidad
Álvarez Clavijo, para quien aquel episodio resultó especialmente doloroso «máxime siendo arqueólogo logroñés», entendió y entiende que el daño se hizo entonces primando intereses poco o nada patrimoniales y, por tanto, es irreparable. «Ya no hay marcha atrás, de hecho, el traslado de las piedras aisladas fue más una operación de imagen que otra cosa», sentencia.
Ya entonces el arqueólogo mostró su disconformidad con la solución; y es que, a su juicio, la reconstrucción de los vestigios en otro lugar no es aceptable: «Al no tratarse de elementos puramente artísticos, sino funcionales, si se les priva de su contexto natural pierden su razón de ser». La arquitectura tiene sentido cuando se encuentra en el lugar para el que ha sido concebida. No para el parque del Ebro, rotondas de nueva construcción ni mucho menos el perímetro del Parque de Servicios. El testimonio de lo que en su día fue el entramado defensivo que protegía la ciudad de Logroño del límite con el vecino Reino de Navarra parece condenado a perderse para siempre... sin darnos cuenta y sin culpables.
¡Oferta especial!
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión