

Secciones
Servicios
Destacamos
J. SAINZ jsainz@diariolarioja.com
Martes, 12 de junio 2012, 02:04
Muchos pintores de esta tierra tendrían que llamarle si no fuera porque lo primero que les sale es llamarle o simplemente Deme. Demetrio Navaridas (Cárdenas, 1954) lleva más de treinta años en su estudio de Calvo Sotelo impartiendo el quijotesco magisterio del arte por el arte. «Desde que me fui a Madrid para estudiar -recordaba en el 2005 al celebrar las bodas de plata de esa casa- sabía que volvería a Logroño para montar un taller en el que se preparasen los artistas de aquí, sobre todo los que menos medios económicos tuviesen, y que no necesitasen irse fuera».
Carmelo Argáiz, Tito Inchaurralde, Juana García Pozuelo, el Chirri, Gabriel Ozaeta, José María Lema, Carlos López Garrido, Ana Sanz y tantos otros representantes de las últimas generaciones de artistas locales han perfeccionado allí lo que Navaridas denomina : la fórmula con la que conjugar la pasión que arrebata al creador, empujándole a expresarse, y la serenidad de hacerlo consciente de ser simple herramienta de un fin que trasciende de él. «La labor fundamental de mi obra ha sido el taller -confesaba entonces con su generosidad habitual-. Yo consideraba egoísta dedicarme a mi obra y no compartir mi conocimiento con quien lo necesitase. No siento haber sacrificado nada. Al contrario, son cosas complementarias; yo me renuevo como artista gracias al taller».
Pero, independientemente de esta inagotable escuela que lleva su sello personal, lo cierto es que Navaridas ha ido creciendo con el tiempo como autor de su propia obra, una obra de largo recorrido que va desde manifestaciones muy clásicas hasta el empleo muy personal de las nuevas tecnologías. «Un romántico», como lo describía José María Parreño en la exposición 'Ice oil', en la Sala Amós Salvador en el 2009: «Un sublime romántico ante la visión de una grandiosidad irreducible a toda medida. Ante la que estamos solos, meditando sobre nuestro destino y sobre el del mundo en que nos ha tocado habitar, que apenas logramos comprender y al que no encontramos sentido».
Quijote, romántico y perplejo, en la actualidad, Demetrio Navaridas, uno de los 27 participantes en la exposición '40.000 razones por La Rioja', lucha por mantener el ánimo ante una realidad preocupante. «La angustia nos va minando la moral -lamenta- y parece que la gente ya no se atreve ni a protestar. Hay como una especie de parálisis general, como una tristeza que no logramos sacudirnos de encima porque todas las noticias son malas y no terminamos de ver la luz al final del túnel».
Exposiciones aplazadas, obras sin vender, menos alumnos en el taller... Las cosas pintan realmente negras y él no se engaña con falso optimismo: «No me creo ese rollo de que el arte vaya a revolucionarse por la crisis». Es solo un artista, un maestro, contra gigantes. Lo único que puede hacer: «Seguir peleando, seguir trabajando».
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.