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J. SAINZ
Domingo, 5 de junio 2011, 03:30
De las más primitivas bifaces de sílex halladas en los yacimientos paleolíticos de la región a las renovadoras artísticas que pueden verse en nuestros días, la colección 'Historia del Arte en La Rioja' ha completado un ciclo nada sencillo. Con la publicación de su quinto y último volumen se cierra el gran proyecto impulsado por Fundación Caja Rioja hace catorce años de compendiar la totalidad del arte realizado en La Rioja. Desde la Prehistoria y la Antigüedad, pasando por el Románico y el Gótico, el siglo XVI y el Renacimiento, y el Barroco, hasta los dos últimos siglos, La Rioja se ha construido también a base de obras de arte como los megalitos funerarios de Cameros, los marfiles medievales de San Millán, el glorioso retablo de Palacio, la catedral de Santo Domingo, mezcla de épocas y estilos, o la sobria escultura de Daniel González. La presente , sin precedentes de tal magnitud en esta región, contribuye también al asentamiento de su acervo cultural.
La divulgación ha guiado en parte su espíritu, pero también el rigor científico, de lo cual ha sido su primer responsable el historiador José Gabriel Moya Valgañón, director de la colección. Junto a él, Begoña Arrúe, como coordinadora, y una treintena de especialistas han redactado cada capítulo con el deseo de que sirva por igual «a investigadores y estudiosos y también a los amantes del arte en general como consulta imprescindible».
«La Fundación Caja Rioja -explican sus responsables- ha estado trabajando intensamente en este proyecto en los últimos años porque considera que es una obra demandada por la sociedad riojana. La entidad, comprometida con el desarrollo de La Rioja y consciente de la importancia que la investigación y el estudio de aspectos de la Comunidad Autónoma tienen para el desarrollo y para el fortalecimiento de nuestras señas de identidad, ha querido realizar una completa y exhaustiva historia del arte en cinco volúmenes».
El ambicioso y complejo proyecto fue encargado a Moya Valgañón en 1997 y el primero de esos volúmenes vio la luz en el 2005. «Ha de tenerse en cuenta -advertía entonces el historiador- que es el primer intento serio de visión de conjunto y sistematización de los diversos aspectos de las formas visibles en el territorio». Seis años después aparece el último. La enciclopedia, con casi 1.200 folios de texto y 1.500 ilustraciones, ha tenido una tirada de 2.500 ejemplares por cada tomo. El presupuesto total ha rozado el medio millón de euros. Ha habido demoras considerables en los plazos, pero finalmente ya está en las librerías su última entrega.
Los artistas más recientes
Además de completar la colección, la aparición del quinto volumen, titulado 'Los Siglos XIX y XX', tiene la peculiaridad, obvia pero sustancial, de reseñar el arte y los artistas más próximos en el tiempo, y por tanto, buena parta de las obras y sus autores que nos son más cercanos, incluyendo los que están vivos y en activo. Arquitectura, escultura y pintura son las disciplinas destacadas en sus páginas, que, curiosamente, comienzan con un artículo sobre arquitectura de la segunda mitad del siglo XVIII firmado por Enrique Martínez Glera.
El siglo XIX es reseñado por Inmaculada Cerrillo en su capítulo arquitectónico como la época de las nuevas ciudades y de la herencia neoclásica. A ella pertenecen muchos de los edificios públicos que aún se conservan y otros que ya solo quedan en la memoria: escuelas, teatros, plazas de toros, estaciones de tren, bodegas y otras industrias... En escultura, Lourdes Cerrillo describe una época de atracción por la corte y de monumentos conmemorativos como los de Espartero y Sagasta. La pintura, según Ignacio Gil-Díez Usandizaga, atraviesa el Romanticismo y el Naturalismo academicista, así como la renovación realista, pero son escasas las obras de esta época que se conservan en la región.
Más interés tiene el siglo XX, pormenorizado por los mismos autores. La arquitectura está marcada por los procesos rompedores de su tiempo: un primer paso, en la primera mitad de la centuria, de la tradición a la modernidad, y un segundo del historicismo nacional a la arquitectura de autor: de Quintín Bello y Agustín Cadarso a Fermín Álamo y Agapito del Valle; de los arquitectos e ingenieros del franquismo a artistas personalísimos como Gerardo Cuadra y Rafael Moneo.
Las vanguardias artísticas llegan a través de la escultura y la pintura: son escultores como Daniel González y Vicente Ochoa y pintores como Enrique Blanco Lac y Emilio García Moreda los que abren camino y otros muchos los que lo continúan: Alejandro Rubio Dalmati, Miguel Ángel Sainz, Félix Reyes, Ricardo González, Óscar Cenzano, Rafael Pérez... José María Tubía Rosales, Jesús Infante, Julián Gil, Luis Xubero, Miguel Ángel Ropero, Demetrio Navaridas, Octavio Colis, Jesús López Araquistáin, Juan José Ortega, Carmelo Argáiz, Tito Inchaurralde, José Luis Birigay...
Con todos ellos y otros más, la historia del arte en La Rioja alcanza el momento presente, cuando mayor sensibilidad colectiva tiene que existir hacia el papel de los creadores, y continúa hacia el futuro con la esperanza de que ellos contribuyan a mejorarlo. como Natividad Bermejo, Manuel Saiz y José Carlos Balanza y una cuya punta de lanza Gil-Díez personifica en Carlos Rosales, Carlos López Garrido, Francisco Javier Garrido, Carlos Corres, Eduardo Alvarado, Sebastián Fabra, Luis Miguel García, Juana García-Pozuelo, María Herreros, Lucía Landaluce, Guillermo Moreno, Laura Pérez, Miguel Ropero, Ana Sanz y Julio Sarramián, entre otros, son los que cierran este capítulo entrado ya el siglo XXI.
Esa parte de la historia está todavía por hacer. Todo, o casi todo, lo anterior ya ha quedado escrito.
Obra de obras, la 'Historia del Arte en La Rioja' está por fin completa. La colección editada por Fundación Caja Rioja, dirigida por José Gabriel Moya Valgañón, coordinada por Begoña Arrúe y elaborada por una treintena de especialistas, acaba de ver publicado su quinto y último volumen, dedicado a los siglos XIX y XX y centrado en la arquitectura, la escultura y la pintura que se han realizado en esta región en los últimos doscientos años. La aparición de este tomo culmina un ambicioso proyecto gestado en 1997, cuyo proceso se fue demorando hasta el 2005, cuando vio la luz la primera entrega. Seis años después de aquel libro sobre nuestro arte prehistórico y después de haber repasado cada época, llega el que coloca en los anales a los creadores más recientes. También a aquellos que están vivos y representan el paso del presente hacia el futuro, un capítulo, el del siglo XXI, que apenas acaba de comenzar a escribirse.
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