Malevich, Oteiza, Ortigosa

No es su primera incursión en el arte, pero sí su primera exposición. Nacido en Logroño en 1978, licenciado en Humanidades, fundador de la librería El Cuento de San Sebastián y residente a caballo entre Madrid y Bilbao, Gonzalo Ortigosa Yoldi inauguró ayer su primera exposición en la Galería Juan Manuel Lumbreras de Bilbao, donde permanecerá hasta el 23 de octubre y que tiene por título 'Entre 1915 y 1958'. «Siempre he trabajado para mí, sin necesidad de enseñar nada a nadie. Quería crecer solo», dice Gonzalo Ortigosa.

Las obras que expone en Bilbao nacen de un proyecto presentado a la Beca Itziar Carreño de la Fundación Oteiza y que trataba de unir el trabajo artístico de Malevich con el del propio Oteiza. «Pedí 'audiencia' a alguien que entendiera, al padre de un amigo, Juan Manuel Lumbreras, y cuando fui a verle salí de su galería con una exposición», afirma Ortigosa, que añade: «Nunca había sentido la necesidad espiritual de exponer». Las cinco 'Conclusiones en hierro', que es como denomina a las piezas que exhibe, se complementan con dieciocho desarrollos previos a las esculturas realizados en cartón-piedra. Todas las obras «son el resultado de un estudio sobre el arte geométrico-abstracto». «Lo que quiero conseguir es que todo el mundo que vaya a ver la exposición entienda lo que ha visto, que entienda que los planos irregulares son la combinación de planos rectos con otros que no lo son, por eso no solo muestro las obras, también los desarrollos», explica el artista logroñés.

Su muestra se complementa, además, con el documental de nueve minutos 'Breve historia del plano irregular. Camino de la nada hacia el todo', sobre cinco artistas que han utilizado esos planos para crear representaciones espaciales. En cuanto al uso del hierro como materia prima, Gonzalo Ortigosa confiesa que, «en principio, quería utilizar el acero, a la manera de Oteiza, pero (por decirlo rápido), me salía caro. En la fundición me hablaron del hierro, de su nobleza, y como quería que fueran sólidas y duraderas, lo elegí». «El trabajo es una vía abierta entre Malevich y Oteiza, el primero hizo el lienzo sobre fondo blanco y el segundo lo extrajo para llevarlo a la tercera dimensión. Yo he dado un paso atrás y me sitúo entre los dos. Éste es un homenaje a Oteiza, mis obras son como las cajas metafísicas, para encontrar mi camino», declara.