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Historia del arte riojano en tres plantas
CULTURA

Historia del arte riojano en tres plantas

El Plan Museológico consiste en una exposición cronológica que discurre por el palacete del siglo XVIII y el edificio anexo de nueva construcción El Museo de La Rioja exhibirá piezas locales desde la Prehistoria hasta el arte contemporáneo

J. SAINZ

Jueves, 29 de julio 2010, 11:30

La Venus de Herramélluri es única, una pequeña joya del arte riojano, considerada cumbre de la arqueología local, que merece figurar en un buen museo. Ése es el objetivo. Mientras hoy, por fin, se reanudan las obras de rehabilitación del Palacio de Espartero, paralizadas durante más de cinco años, la Subdirección General de Museos Estatales trabaja en la adaptación del plan museológico redactado en el 2003 por Pedro Feduchi, que consiste en un repaso a la historia del arte riojano desde la Prehistoria hasta el siglo XX. Y ahí, la de Libia, la Herramélluri romana, será la diosa. Salvando las distancias, lo mismo que el Louvre tiene la Gioconda, el Museo de La Rioja tendrá su Venus.

Cuando reabra sus puertas al público, quizás en el 2012, como espera el Ministerio de Cultura, la exposición del Museo mantendrá el guión cronológico que tenía antes de su cierre y exhibirá igualmente obras de procedencia local que van desde el Paleolítico hasta la época contemporánea, con la diferencia fundamental de que dispondrá de más del doble de espacio y podrá exhibir más piezas y con más holgura. El itinerario expositivo, dispuesto en tres plantas, discurrirá sucesivamente entre el edificio antiguo, el palacete del siglo XVIII, cuya rehabilitación se retoma ahora, y el edificio anexo, terminado de construir en el 2003.

Son, en realidad, cuatro plantas, contando la baja, según el proyecto del arquitecto Feduchi y la historiadora Selina Blasco. En este nivel, al que se accede por la puerta principal desde la plaza de San Agustín, se sitúa la zona de servicios: entrada, control y recepción, vitrina de publicaciones, tienda, biblioteca y depósito, además de las estancias propias del funcionamiento interno del Museo. El único espacio expositivo de esta planta, en la parte de nueva construcción, es la sala de exposiciones temporales, que antes se encontraba en una pequeña habitación de la primera planta del viejo palacete.

La escalera de éste, la curiosa escalera de tramos divergentes, que finalmente será conservada, seguirá siendo el eje vertebrador entre plantas, aunque compartirá esta función con la escalera del edificio anejo y, por supuesto, con un ascensor. En la primera planta, antes de comenzar el recorrido artístico propiamente dicho, el visitante accederá a un espacio de información general y orientación (museo del museo, museo vivo y museo digital) y una sala de proyecciones.

A partir de ahí, el Museo, dispuesto en tres plantas, mostrará arqueología, etnografía y arte de procedencia riojana de casi todas las épocas y estilos. La parte arqueológica incluye los periodos Paleolítico, Neolítico, Edad de los Metales, Celtíbero, Prerromano y Romanización y estará integrada por piezas de hallazgos fortuitos y de excavaciones científicas realizadas a partir de 1942. La etnográfica, dedicada principalmente a los siglos XIX y XX, se compondrá de objetos de la vida tradicional recopilados desde los años 70 con el fin de preservar el patrimonio cultural riojano. En buena lógica, estos capítulos del plan de Feduchi requieren ser revisados tras abrirse en los últimos años en Calahorra y Briones los correspondientes museos monográficos de la Romanización y la Etnografía.

De modo que el Museo podrá dedicar el mayor espacio disponible a obras de arte como el Cristo de San Millán de la Cogolla (Románico), la tablas de San Millán, la sarga de Santa Ana, el retablo de Torremuña (Gótico), el retablo de La Estrella y el de Oteruelo (Renacimiento), el retablo de Galbárruli, el cuadro de San Francisco con el Hermano León (Barroco), orfebrería del siglo XVI al XVIII, diversas piezas de los siglos XIX y XX depositadas por el Museo del Prado y obra de los principales artistas riojanos de la última centuria. Y ante todas ellas, la pequeña Venus de Libia.

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