Los murales se bajan del tren
Los dos lienzos, de 4,75 metros de alto por 11,45 de largo, serán trasladados al Taller Diocesano de Restauración de Santo Domingo. Comienza la retirada de las pinturas previa al derribo de la vieja estación de Logroño
JAVIER CAMPOS jcampos@diariolarioja.com
Sábado, 3 de julio 2010, 11:49
Publicidad
Las alegorías de la industria y de la agricultura volverán a bajar de las alturas 50 años después. Tras medio siglo presenciando el ir y venir de los viajeros del tren, los lienzos que decoraban el vestíbulo de la vieja estación serán descolgados para proceder a la prometida restauración.
El Taller Diocesano de Restauración de Santo Domingo de la Calzada, adjudicatario de su recuperación y posterior recolocación en un edificio dotacional de próxima construcción en el Plan Especial Ferrocarril, trabaja ya en el 'velinaje' -protección- de los murales que allá por 1955 pintaron los hermanos Sáez González -Fernando y Martín-.
Finalizada la tarea, prevista para la próxima semana, el equipo de profesionales calceatenses procederá al traslado de ambas piezas, de casi 55 metros cuadrados cada una, para comenzar las labores de restauración propiamente dichas.
«La dificultad del trabajo encomendado radica en el tamaño: digamos que en vez de cortarte las uñas de los pies se las tienes que cortar a toda una compañía entera de Infantería», explica Kiko Saavedra, director técnico del citado taller.
Publicidad
Las pinturas, compuestas por dos piezas de 1,95 y 2,80 metros de alto por 11,45 de largo -lo que hacen un conjunto de 4,75 por 11,45-, recrean escenas de actividad industrial por un lado y tareas agrícolas con alusiones a la vendimia por el otro. «Se trata de un tipo de pintura muy representativa de la época en la que fueron realizadas: visiones idealizadas del trabajo, no quiero entrar en su supuesta ideologización porque me parece un debate ridículo, habituales en sindicatos, institutos nacionales de previsión, etc.», sitúa Saavedra mientras tres miembros de su equipo proceden, subidos a una grúa mecánica, a la protección de una de las dos obras.
Cuentan las crónicas que los autores de las mismas, los hermanos laredanos Sáez González -cuya firma puede apreciarse en el lado derecho de cada mural-, resultaron ganadores de un concurso (al parecen contaban con algún conocido en la propia Renfe) y se pusieron 'manos al pincel' por 120.000 pesetas de las de entonces
Publicidad
«Dicen que las pintaron en una azotea de Madrid en pleno junio con un calor asfixiante», recuerda sobre quien ahora recae la responsabilidad de prolongar la vida de los óleos de Fernando y Martín mientras ya piensa en el modo de traslado desde Logroño a Santo Domingo para su posterior consolidación.
«La idea es bajarlas con un sistema de anclajes como si de dos velas se tratasen y, una vez extendidas en el suelo del hall de la estación, enrollarlas en unos tubos de entre 45 y 50 centímetros de diámetro para, una vez restauradas, volver a realizar el procedimiento a la inversa y recolocarlas donde finalmente decidan», aclara Saavedra.
Publicidad
Pero antes, y una vez en el taller, siguiendo las instrucciones del director técnico, quedarán meses de minucioso proceso de consolidación: «La recuperación de los lienzos pasa por solucionar los lógicos fallos de cohesión provocados por los cambios de temperatura y los años y limpiarlos por detrás ya que probablemente presenten hongos por la humedad... Luego será turno de las catas previas o testigos correspondientes para saber dónde, cómo y con qué se limpia para, una vez limpio, proceder a retocar las faltas que pueda haber», precisa.
Sólo entonces, y una vez decidido su nuevo lugar de exhibición, el Taller Diocesano de Restauración retornará con las pinturas a su ciudad de origen y las alegorías, simbólicas como todas, vuelvan a ascender al imaginario colectivo de Logroño.
¡Oferta especial!
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión