La Cofradía del Pez pudo comprobar satisfactoriamente cómo al tradicional reparto del pez, el pan y el vino acudieron logroñeses de todas las edades. :: DÍAZ URIEL
LOGROÑO

Con un 'pez' debajo del brazo...

Logroño cumple un año más con el reparto, una tradición garantizada con la cada vez mayor afluencia de jóvenes

JAVIER CAMPOS

Sábado, 12 de junio 2010, 13:30

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El reparto del pez, el pan y el vino está muy arraigado, los logroñeses nunca fallan y la Cofradía del Pez, no conviene olvidarlo, tampoco. La valoración corresponde al cofrade mayor pero podría ser la de cualquiera que ayer se pasase entre las 10 y las 14 horas por las murallas del Revellín.

¿Qué queda por hacer entonces?, cabría preguntarse. «La organización tiende hacia la excelencia y la perfección», parece responder Alejandro Bezares, quien tomando el relevo a Eduardo Mato, ayer era el encargado de hacer oficial el éxito de la convocatoria y confirmar lo visto con nuestros propios ojos: la afluencia de público va a más...

Logroño cumplió un año más con el reparto, una tradición garantizada con la cada vez mayor afluencia de jóvenes: hijos acompañando a sus padres, nietos haciendo lo propio con sus abuelos, cuadrillas de adolescentes muy concienciados de lo que significa San Bernabé para Logroño y de los hechos históricos que se conmemoran cada 11 de junio.

«Siempre venimos y este año no iba a ser diferente», comentaba Rubén, voz 'cantante' de uno de los pequeños grupos que, hoy por hoy, aseguran que las fiestas del Patrón no tienen nada que envidiar a los 'sanmateos'. Cofrades de número, de honor, colaboradores y un sinfín de voluntarios no tuvieron resquicio alguno para el descanso durante horas y horas de filas y más filas...

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Los gestos de complicidad y camaradería cuando no de afectuosos saludos -la mayoría entre conocidos y amigos- se fueron sucediendo mientras por las largas mesas se despachaban raciones y raciones de la ya tradicional trucha (este año fritas tras permanecer en la piscifactoría hasta cuatro días sin alimento a fin de 'limpiarse' y caer a la sartén para salir convertidas en un bocado más apetitoso si cabe), acompañadas del bollito de pan y el jarrito de vino.

Afortunadamente, lo del 'San Bernabé meón' sólo dio la razón a los más agoreros justo después del último 'banderazo' y el final de la procesión... y eso que durante toda la mañana la amenaza de lluvia estuvo latente, si bien no disuadió a mayores y pequeños de cumplir con la costumbre hecha tradición desde hace más de medio siglo.

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«Recuerdo cuando los peces los freían militares... ¡Qué tiempos aquellos! ¡Cómo ha cambiado todo!», decía alguien en la cola.

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