Un problema de aguas menores
Logroño cuenta con un solo aseo público, el del Espolón, al que se suman los servicios de los seis bares de concesión municipal. Acceder a un baño en una situación de apuro puede convertirse en un contratiempo en según qué zona
J. CAMPOS
Domingo, 16 de mayo 2010, 11:25
Publicidad
Quienes visiten Logroño por primera vez podrían llegar a creer que se trata de la boca del metro. Sin embargo, tras situarse y salir del equívoco, algún que otro despistado ha experimentado cierta sensación de alivio: la que supone encontrar un baño público cuando la necesidad aprieta. Apenas 15 minutos a media mañana de un día cualquiera sirven para comprobar la utilidad de unos lavabos en los que, sin dar cuentas a nadie, entras y sales tantas veces como quieras.
Atrás quedaron los tiempos de los baños en las principales plazas y avenidas. Sin embargo, viendo el ajetreo que registran los aseos municipales ubicados en el Espolón, concretamente en el conocido como paseo de la Rosaleda, uno llega a preguntarse por qué no existen más... «¡No sabes lo que valoramos la gente mayor que esto esté abierto al público!», espeta uno de los jubilados que aseguran usarlo prácticamente a diario. «¡Y varias veces!», precisa el compañero de 'descarga', quien aprovecha para poner una única pega: las pronunciadas escaleras presentes en los accesos tanto de señoras como de caballeros desaconsejables a ciertas edades. «Lo digo con conocimiento de causa, pues no es la primera vez que vengo con mi mujer y le tengo que ayudar a bajar», cuenta.
Insuficientes en número, sólo la inclusión de una cláusula en los establecimientos de concesión municipal que les obliga a mantenerlos abiertos hace que mejore su distribución. Logroño cuenta con un solo baño público, el del Espolón, al que se suman los servicios de los seis bares existentes en la capital cuyo contrato de explotación es objeto de concesión administrativa: en los parques del Carmen, de González Gallarza, de la Ribera y La Grajera, así como otros dos en el del Ebro (Mesón Julio y la cafetería de la Casa de las Ciencias).
Un total de 7 puntos de evacuación, uno por cada 22.000 habitantes que, sin embargo, no ocultan que en seis de ellos es necesario pedir la llave pese a ser contabilizados como servicios públicos no siempre con el beneplácito de los adjudicatarios. «No hay problema alguno, únicamente se cierra por tenerlo un poco controlado y limpio», explican en el quiosco central del parque del Carmen, cuyo concesionario, que ahora por comodidad ha prescindido de la llave durante el día, se muestra partidario de su apertura al público y su libertad de uso.
Publicidad
Desde el Ayuntamiento de Logroño, conscientes del problema, ya al principio de legislatura se estudiaron todas las posibilidades para, como mínimo, dotar a la ciudadanía de un par de baños públicos más. De hecho, no hace tantos años, el bulevar inicial de la avenida de la Paz y la plaza del Mercado contaban con urinarios públicos, 'tapiados' ahora por una u otra causa.
Pese a sus buenas intenciones, tal y como reconoce la concejala de Medio Ambiente, Concha Arribas, la tozuda realidad se empeñó en quitarles la razón y hacerles ver que, atendiendo a criterios de rentabilidad, era necesaria la instalación de unos 7 baños, lo que económicamente elevaba su presupuesto a unos inalcanzables 300.000 euros.
Publicidad
La razón es que hay que tener en cuenta que su gestión y mantenimiento ha pasado en la mayoría de las ciudades de las Administraciones Públicas a empresas especializadas en mobiliario urbano, que se encargan de mantenerlos y cobran por su uso mediante un mecanismo de monedas de entre 10 y 30 céntimos, cifrando su coste entre los 17.000 y los 35.000 euros.
Ello cuando no se 'plantean' directamente como meros soportes publicitarios, en forma de 'chirimbolos', en los que los baños son lo de menos... es decir, el negocio estaría en los anuncios. Ofertas de este tipo también han llegado a la mesa de la concejala Arribas. Sin embargo, también a este respecto el Consistorio capitalino está atado de pies y manos.
Publicidad
El hecho de que la publicidad fuese negociada en exclusiva con una única empresa y que la concesión, ya existente con la anterior Corporación, tenga una duración de 20 años no da margen para la maniobra, dejando todo pendiente para cuando la crisis dé un respiro a las arcas municipales o, cuanto menos, para la próxima legislatura.
¡Oferta especial!
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión