«Cuando me dijeron que era ella dije que no la quería ver, me quería quedar con su imagen en vida»
«Carolina era muy buena, era todo felicidad. Se daba a todo el mundo y allá donde estuviera, estaba con una sonrisa», ha recordado el padre de Carolina durante su declaración ante el jurado
La segunda sesión del juicio contra Adriana Ugueto (hoy protegida por un biombo), la mujer que presuntamente mató, junto a su madre, a su hija, Carolina, ha comenzado con la escalofriante declaración del padre la menor. La parte más dura del relato del progenitor de Carolina ha llegado en la recta final de interrogatorio del Ministerio Fiscal, cuando le han cuestionado por sus recuerdos sobre la noche del domingo, cuando Adriana tendría que haberle entregado a la niña, y sobre el lunes, cuando se enteró de que su hija había aparecido muerta.
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Aquella noche de domingo, después de que Adriana no le entregara a la niña, el padre de Carolina durmió mal. Intentó ponerse en contacto con ella, pero no lo consiguió y acudió al cuartel de la Guardia Civil, en donde le dijeron que también los hermanos de Adriana estaban intentando contactar con ella sin éxito. En todo caso, le tranquilizaron y le dijeron que si al día siguiente no aparecía que regresara.
El lunes 26 de enero, el padre fue al colegio San Felices, en donde estaba matriculada la menor. «Esperé a que todos los niños entraran y fui a hablar con la directora. Les pregunté si había ido la niña y me dijeron que no. Me pidieron que me tranquilizara, y ella, que tenía relación con ambas, les llamó por teléfono, pero no daba señal y fui a la Guardia Civil».
Sus sensaciones se fueron enturbiando poco a poco. Primero, ha recordado, cuando los agentes lograron contactar con el hermano de Adriana. «Les dijo que había encontrado unas cartas y que se las llevaba al cuartel. El guardia nos dijo que nos fuéramos para no coincidir, pero lo de las cartas ya....».
Junto a su pareja y una amiga, salieron del cuartel. «Empezaron a llegar las notificaciones a los teléfonos. Decían que había aparecido una niña en la habitación de un hotel. Me dijeron que estuviera tranquilo, que seguro que no era Carolina», ha recordado con la voz entrecortada el padre de la niña. Decidieron regresar al cuartel de la Guardia Civil, en donde se sorprendieron al ver un agente de Policía Nacional. «Me dijo que habían encontrado a la niña y le pregunté que si era la de las noticias. Me dijo que no podía decirme nada, que le acompañara. Durante el viaje a Logroño me fui haciendo a la idea de que iba a ser Carolina. Al llegar me dijeron que sí, que era ella. Solo les dije que no la quería ver, que me quería quedar con su imagen en vida».
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El padre de la niña también ha explicado que sucedió días después. Primero sobre la recepción, apenas tres días después de la muerte de la niña, de «un burofax de la hermana de Adriana. Pensaba que sería del funeral, pero no. Decía que como teníamos un piso en común que hiciera los trámites del piso para venderlo», que la hermana de Adriana (que también ha declarado en esta segunda sesión) presentó una denuncia contra él acusándole de usar el dinero que la niña tenía en una cuenta a su nombre. «Era una cuenta que abrieron mis padres, Mi padre y mi tía metieron una cantidad inicial y mis padres iban metiendo dinero. Tenía unos dosmil y poco euros y es con el que se pagó el funeral de la niña. Ella decía que el dinero era de Adriana y que se lo había robado», ha declarado.
Durante su declaración, y a preguntas de los diferentes letrados, el padre de Carolina ha reconocido que dos años después de los hechos continúa de baja. Con la voz entrecortada ha recordado también alguno de los detalles de la convivencia con Adriana y de cómo era su hija, Carolina. «Era muy buena, era todo felicidad. Se daba a todo el mundo y allá donde estuviera, estaba con una sonrisa. Cualquier que haya convivido con la niña lo puede decir», ha dicho ante el Tribunal a preguntas de los letrados.
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Lo ha dicho después de recordar que en los últimos meses, cuando Adriana le entregaba a la niña, Carolina «venía especialmente cansada y dormida. No la achacaba a nada. Sobre todo venía cansada y dormida. Cenaba bien, se tomaba la leche y luego, algún día vomitaba, pero no lo achaqué a nada especial» y de que la relación con su expareja era muy complicada. «En todo momento ha intentado hacer la vida imposible. Perseguía a mis padres, a mi pareja le esperaba en el coche, la seguía, malmetía contra nosotros... Todo lo que le pasaba era por mi. Si le pasaba algo, era por mi culpa, si estaba mala, era por mi culpa. Todas las semanas había algo», ha dicho el padre de Carolina, recordando que durante los últimos cuatro meses Adriana dejó de pagar los gastos de hipoteca y la pensión en favor de la niña.
Los hermanos de Adriana
Después del padre de Carolina ha sido el turno de los dos hermanos de Adriana. Primero ha sido el más pequeño de los tres, 16 años más joven que Adriana y que en el momento de los hechos estaba viviendo en Madrid. Con similar frialdad a la de su hermana ha hablado de su madre y de su sobrina con normalidad recordando aquellos días. «Aquel fin de semana no iba a ir a Haro, pero mi madre insistió mucho», ha dicho al inicio de una declaración en la que que, al igual que el lunes Adriana y, después de él, su otra hermana, ha dejado entrever que solo una mente puede estar detrás de un suceso tan escabroso: la de su madre, la ya fallecida Olga Febles.
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Aquel fin de semana el pequeño de la familia encontró a su madre «más nerviosa de lo normal», aunque le dijo que todo estaba bien. Recuerda haber cenado en la noche del sábado con su madre, su hermana Adriana y su sobrina Carolina y haber visto una película antes de ir a dormir. Aseguró que compartía habitación con su hermana y su sobrina (su otra hermana ha declarado que no, que cada uno tenía su habitación). «No sé como no me desperté de que se levantaran y se marcharan. Me desperté cansado», ha dicho.
«Me desperté a las 7.30 horas porque el perro ladraba. La casa estaba sola», ha explicado, antes de apuntar que le pareció muy extraño y que avisó a su padre (que vive en Madrid) a su otra hermana y a la Guardia Civil. «Sus teléfonos salían apagados o no contestaban», ha dicho.
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Ya por la tarde, después de todo el día buscando algún rastro que pudiera revelar el paradero de las tres mujeres y cuando tenía previsto regresar a Madrid a las 19 horas (su hermana ha declarado que habían planeado ir juntos el lunes de madrugada a la capital) regresó al cuartel a poner una denuncia en donde se cruzó, sin hablar con él, con el padre de Carolina, su excuñado, pero que no pudo poner denuncia alguna por desaparición.
En esos momentos, ha dicho, pensó que «no tenía sentido nada de lo que estaba pasando» y que cuando leyó las cartas de despedida pensó que «algo malo había pasado y que estaba organizado por mi madre. Mi hermana no es capaz de hacerse daño ni a sí misma. Me imaginé que mi madre iba a hacer una locura. La gente no desaparece sin avisar. Por eso pensé que era algo malo».
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La heramana de Adriana, a la que la magistrada que preside el juicio le tuvo que pedir que no contestara enfadada a las preguntas de los abogados, ha sido la única de los tres que se ha emocionado durante su declaración mientras leía una de las cartas que dejó escrita su madre para ella. Durante su interrogatorio, ha asegurado que Adriana nunca le había trasladado ideas suicidas y que inicialmente no le dio mucha importancia a la desaparición de las tres: «A mi madre muchas veces le daba la venada y se iba a desayunar a Logroño, a Vitoria, a San Sebastián...», ha dicho.
Y es que, describió a su madre como una persona manipuladora que tenía bajo su control a Adriana: «Mi hermana no era capaz de tomar decisiones. Era manipulada por mi madre. Cuando se fue mi marido a Irak me la llevé para que pudiera pensar por sí misma y no por medio de mi madre», ha dicho ante el juez.
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Con una memoria selectiva (sí recordó haber denunciado al padre de Carolina por el dinero del pago del funeral; no que le envió un burofax tres días después de la muerte de la niña para que pusiera el piso que tenía con Adriana a la venta; sí que los pijamas de las tres mujeres estaban sobre las camas (también el de Carolina, que su madre siempre dijo que no se lo quitó); sí que el día 29 su padre decidió alquilar el piso familia pese a que él dijo que fue cuatro meses después) aseguró que el padre de Carolina no trataba bien a la menor e insistió en que no vio las cartas de despedida, que aquel lunes viajó a Madrid a una cita médica y que se enteró por los medios de comunicación de lo sucedido.
La sesión se cerró con la declaración del padre de Adriana, al que el transcurso del tiempo no le dejó recordar buena parte de lo sucedido y que aseguró que también se enteró por la prensa de lo sucedido. Lo que sí tuvo claro desde el primer momento, dijo, fue dónde estaba su mujer. «Con todo lo sucedido y la ubicación del hotel, lo más lógico es que se lanzara al Ebro. Así se lo dije a la Policía Nacional». Sí que negó, en todo caso, haber declarado durante la instrucción de caso que el crimen lo prepararon su mujer y su hija. «Nunca pensé que esto iba a suceder», aseguró.
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