Consiguen hacer transparentes piel y tejidos de animales vivos con el colorante de snacks y galletas
Esta pomada de invisibilidad, un aditivo alimentario disuelto en agua, ha funcionado en ratones logrando que la piel del cráneo y el abdomen se vuelva traslúcida
La tartrazina, un colorante alimentario común en una amplia variedad de productos como: natillas, galletas, mostaza, doritos, cheetos, barritas de cereales, palomitas de maíz, refrescos, ... zumos e incluso sazonadores y condimentos, absorbe la luz fuertemente. Investigadores de la Universidad de Stanford en Estados Unidos han conseguido hacer transparente la piel de un ratón vivo mediante la aplicación de este aditivo disuelto en agua.
La revista 'Science' publica los detalles del estudio: han podido observar en el roedor los vasos sanguíneos del cuero cabelludo, el movimiento de los órganos bajo la piel del abdomen y las unidades contráctiles del músculo en funcionamiento. Para ello, frotaron la solución de agua y tartrazina sobre la piel de su cráneo y abdomen. A los pocos minutos, el tejido se volvía transparente, aunque con un tono anaranjado.
Los autores han combinado la disolución de este colorante, que absorbe la mayor parte de la luz azul y ultravioleta, con la piel, que la dispersa. Por separado, estos dos componentes bloquean la mayoría de los rayos lumínicos, pero al juntarlos se logra la transparencia del tejido externo que cubre al animal.
El aditivo empleado en este experimento, que se conoce como aditivo E 102 en la Unión Europea, se utiliza en patatas fritas de aperitivo, coberturas de caramelos y otros alimentos de color naranja o amarillento.
Los investigadores se basaron en conocimientos básicos del campo de la óptica para realizar predicciones sobre cómo interactúa la luz con los tejidos biológicos teñidos. Así, en primer término probaron sus hipótesis con finas pechugas de pollo. Como resultado, la loncha se volvía transparente.
El efecto de esta transparencia es temporal y reversible, se puede deshacer con un lavado rápido y la cantidad que ha penetrado en la piel se metaboliza y se elimina a través de la orina. A diferencia de otros métodos de observación del cuerpo, estas sustancias no dañan a los animales vivos.
«Es importante que el colorante sea biocompatible, es decir, seguro para los organismos vivos», apunta Zihao Ou, autor provincial del estudio, quien destaca que, además, «es muy barato y eficaz: no necesitamos mucha cantidad para que funcione».
Queda pendiente la futura aplicación en humanos. Los autores aún no han probado el proceso en la piel de personas, unas diez veces más gruesa que la de un ratón. De momento no está claro qué dosis de colorante o método de administración serían necesarios para penetrar en todo el grosor.
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