La calle de Cuchilleros, en el corazón de Madrid, 'reconvertida' en calle de La Limpiadora. R. C.

La limpiadora, el repartidor... 'renombran' el callejero de Madrid en homenaje a los gremios peor pagados

Dos estudiantes de Publicidad están detrás de una campaña que visibiliza la precariedad de algunos oficios con motivo del Día de los Trabajadores. Por ejemplo, la calle de Bordadores se ha convertido en la del Teleoperador

Martes, 30 de abril 2024, 13:45

El callejero del Madrid más castizo ha amanecido estos días con una nueva nomenclatura que ha renombrado las calles de los viejos gremios artesanales por ... oficios muy actuales con un denominador común: sus precarias condiciones laborales. Así, la añeja calle de Cuchilleros se ha convertido en la calle de La Limpiadora; la de Bordadores, en la calle del Teleoperador; la de Latoneros, en la del Camarero; y la de Botoneras, en la calle del Repartidor.

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Elaborados con papel y cartón, los nuevos carteles llevan el nombre y la ilustración del oficio representado y su diseño es tan parecido al de las placas oficiales del Ayuntamiento de Madrid que ha llegado a sembrar dudas entre algún vecino de la zona, que ya barruntaba que le habían cambiado la dirección de su calle. No es así.

Se trata de una curiosa campaña ideada por dos jóvenes publicistas que realizan un curso de creatividad en Madrid, y cuyos profesores, a modo de ejercicio práctico, les encomendaron la tarea de emprender una acción que, de alguna forma, llamara la atención del público. Bajo esa premisa, Raúl Casal, gallego de Vigo, de 22 años, y Leandro García, uruguayo de 27, empezaron a darle al bolín a ver qué salía de sus inquietas neuronas.

Tenían claro que había que sorprender y captar la atención del público, pero al mismo tiempo querían generar una cierta conciencia social. Una tarde paseaban por el centro de Madrid, por esos laberintos de la Villa y Corte que dan solera al entorno de la Plaza Mayor y el barrio de la Latina. Muchos pasajes de ese Madrid castizo llevan aparejados los nombres de los antiguos gremios que desde el siglo XVII tenían allí sus talleres y comercios, un mapa con nombres evocadores como Cuchilleros, Botoneras, Ribera de Curtidores, Yeseros, Tintoreros, Latoneros, Libreros… Y ahí se les encendió la bombilla.

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«Mi madre es limpiadora. Sé lo duro que trabajan las empleadas de hogar y lo mal pagadas que están. Los derechos de ese gremio me tocan muy de cerca», admite Raúl, que se encarga de la parte gráfica de la campaña. Por su parte, Leandro, que traduce a textos las ilustraciones, trabaja como camarero para ganarse la vida. Esas dos circunstancias pesaron en el plan que les rondaba por la cabeza. «La cosa es que empezamos a hablar del tema y nos dijimos '¡Hostia estaría guay que con la cantidad de camareros que hay en Madrid les pusieran una calle'. Y así con la coña vimos que hay un montón de oficios muy poco reconocidos y que se merecen tener una calle», revela el joven vigués.

Difundir la idea en la calle

Dicho y hecho, Raúl, que tiene el grado universitario de Publicidad y Relaciones Públicas, y Leandro, titulado en Márketing, diseñaron la cartelería con los nuevos oficios, pero sin olvidar esa empeño primigenio de visibilizar la precariedad laboral de las ocupaciones que querían publicitar. Y de ahí surgió una segunda derivada, la de elaborar unos carteles más pequeños para explicar las penurias de cada uno de esos empleos.

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Por eso, la placa de la calle de La Limpiadora se complementa con un anuncio que recuerda que en España más de medio millón de personas trabajan como empleadas de hogar y el 40% lo hace en negro. De los camareros mencionan que hacen 8.000 pasos al día por 700 euros. Y aluden al estrés de los teleoperadores y a los accidentes de tráfico (más de dos mil año) que sufren los repartidores «para que tu pizza te llegue caliente a casa».

Algunos de los cárteles desplegados por Raúl, a la izquierda en la segunda fotografía, y Leandro. RC.

En el fondo, la campaña brinda un homenaje a todos esos profesionales con un salario escaso, que en muchos casos trabajan a la intemperie, que a veces sufren los malos modos de los clientes, y que como, defiende Raúl, «al menos se merecen una calle».

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Con los deberes hechos, los dos alumnos se presentaron ante sus profesores, quienes les animaron a dar un paso más y proseguir con «la acción» para difundir la idea y llegar hasta el público, lo que, al fin y al cabo, es el objetivo último de cualquier publicista. Desplegaron toda su cartelería por el viejo callejero madrileño, sin atreverse, eso sí, a sustituir las placas oficiales por las 'clandestinas' para no meterse en líos. «Lo que hemos hecho es colocarlas debajo o al lado, y observar la reacción de la gente».

Los transeúntes se paran ante la calle de la Limpiadora, observan algo desconcertados la placa, siguen andando pero vuelven a mirar, y finalmente algunos hasta se hacen una foto bajo el cartel. «Las reacciones han sido muy positivas, la gente nos ha dicho que les parece una idea muy bonita. Hasta una madre que iba con sus hijos pequeños nos comentó que ella había sido todo eso, que había sido limpiadora, camarera, repartidora y que ahora trabajaba de teleoperadora». Algunas de esas reacciones están grabadas en vídeo.

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La 'acción', como llaman al ejercicio, ha sido más bien efímera. La efectuaron el pasado domingo, pero la van a repetir este Primero de Mayo, Día Internacional de los Trabajadores, como homenaje a todos esos currantes que carecen de una calle, pero se la merecen.

Así que este miércoles Raúl y Leandro regresaran con sus bártulos a las inmediaciones de la Plaza Mayor, preparados para desplegar las placas de su callejero sociolaboral. Al igual que hicieron hace unos días, al final de la jornada expondrán todos los carteles juntos en la Plaza de Puerta Cerrada, uno de los símbolos de Madrid, en el barrio de La Latina, entre la calle Segovia y la de Tintoreros.

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«El objetivo es generar conciencia sobre las difíciles condiciones de estos gremios, caracterizados por bajos salarios y falta de regulación. Todos los trabajadores merecen unas condiciones laborales dignas y justas. Porque si no tienen buenas condiciones de trabajo, al menos, se merecen una calle», insiste Raúl.

La ilusión de los dos creativos es que su campaña llame la atención del público y que remueva algunas conciencias. Pero, claro, si ya de paso alguna agencia de publicidad se fija en ellos y les quiere contratar… ¡le ponemos una calle!«, dice Raúl soltando una risotada larga como la Gran Vía.

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