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El presidente de la Conferencia Episcopal, el cardenal Omella, durante el sínodo. Víctor Lerena / EFE
La Iglesia española apuesta por dotar de más poder a las mujeres

La Iglesia española apuesta por dotar de más poder a las mujeres

El celibato opcional, el sacerdocio femenino y la ordenación de hombres casados cosechan apoyos minoritarios

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Sábado, 11 de junio 2022, 17:48

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La Iglesia española reivindica una mayor presencia y poder de la mujer dentro de la institución católica. Esta es una de las principales propuestas que emana del documento de síntesis de la Asamblea Final del Sínodo de la Conferencia Episcopal, que se celebró este sábado en Madrid y que congregó a unas 600 personas, la mayoría de ellas laicos. El texto, una suma de proposiciones que serán enviadas al Vaticano con miras a la celebración del sínodo de octubre de 2023, arremete contra el «clericalismo» -la preeminencia de los curas y sacerdotes frente a los seglares- y el «autoritarismo» eclesial, fruto del entendimiento de la autoridad como un ejercicio «de poder y no como servicio a la comunidad».

No es raro que la marginación femenina en la organización haya sido uno de los asuntos que más resonancia ha cosechado en el proceso sinodal. Y no es nada extraño porque de las mujeres ha partido el 70% de las propuestas. «Es preciso repensar el papel de las mujeres en la Iglesia, con un mayor protagonismo y responsabilidad; sencillamente, están desempeñando un papel fundamental en el día a día de la comunidad eclesial y deben poder asumirlo igualmente en los lugares y espacios en los que se toman las decisiones», dice la síntesis.

La asamblea, en la que participaron 58 obispos, 80 sacerdotes y 360 seglares, además del nuncio de España en la Santa Sede, Bernardito Auza, pretende contribuir a poner al día la doctrina sobre la Iglesia planteada por el Concilio Vaticano II. Ello supone entrar a saco en cuestiones tenidas hasta ahora por tabúes, como la ordenación de hombres casados y el celibato opcional. Dos propuestas que figurarán en las conclusiones finales, aunque no han obtenido tenido muchos apoyos. «Son cuestiones suscitadas solo en algunas diócesis y, en ellas, por un número reducido de grupos o personas», señala el documento. En lo que atañe al sacerdocio femenino, «ha surgido en menor medida».

Los redactores del escrito apuestan además por un mayor «acompañamiento» de los católicos divorciados y vueltos a casar y de los homosexuales.

Las medidas más audaces habían sido expuestas por fieles de las diócesis de Barcelona, Zaragoza y San Sebastián. De estos territorios han partido las sugerencias más audaces para democratizar la Iglesia.

Impaciencia

Las organizaciones progresistas de fieles se sentirán decepcionadas por una victoria pírrica, pero ya se sabe que los biorritmos de una organización milenaria, patriarcal y jerárquica no son aptos para impacientes. Con todo, el documento no desecha completamente las tesis de los más aperturistas, dado que habla de conceder una oportunidad al diálogo eclesial y propugna la «necesidad de discernir con mayor profundidad» en tales temas.

El clero aguantó también el chaparrón cuando uno de los autores del escrito se quejó de la indolencia clerical: «Nos duele particularmente la falta de entusiasmo de una parte muy relevante de los sacerdotes de las distintas comunidades locales y nuestra falta de eficacia como comunidad a la hora de acompañarlos en la vivencia de su vocación».

 

«Nos duele la falta de entusiasmo de una parte muy relevante de los sacerdotes de las distintas comunidades

Los participantes en la asamblea sinodal no se hartaron de repetir que en la elaboración de ideas, que comenzó en octubre del año pasado, la Iglesia ha hecho un ejercicio de «escucha y discernimiento». No en balde, la Conferencia Episcopal subraya que en el proceso han estado involucradas casi 220.000 personas.

Los laicos quieren que las decisiones se adopten de manera compartida con la jerarquía, especialmente para que se escuche su voz en el nombramiento de obispos y párrocos. Los autores lanzan una andanada contra el anquilosamiento de los ritos y proclaman que «la liturgia se vive de una forma fría, pasiva, ritualista, monótona, distante».

Los participantes en el sínodo dejan traslucir su inquietud por la «escasa presencia y participación de los jóvenes en la vida y misión de la Iglesia», y constatan las reverberaciones que ha tenido en la sociedad el escándalo de la pederastia clerical, lo que evidencia «la necesidad de perdón, acompañamiento y reparación».

Los intervinientes no aplicaron paños calientes a la desconexión entre la institución católica y la sociedad. «Se percibe una clara fractura entre Iglesia y sociedad. Aquélla es vista como una institución reaccionaria y poco propositiva, alejada del mundo de hoy», lo que «dificulta la presencia evangelizadora y transformadora de la realidad».

Transparencia

El documento aboga por una mayor profesionalización en los asuntos de gobierno y la conveniencia de extender la transparencia a otros ámbitos más allá de los datos económicos. «Urge una mayor presencia en los medios de comunicación generalistas, tanto en los tradicionales como en los nuevos espacios virtuales, unida a un mejor aprovechamiento de los medios propios», aducen los participantes en el sínodo.

Por añadidura, el texto defiende reforzar la presencia cualificada de la Iglesia en el mundo rural, alentar la pastoral con los mayores y prestar atención a la religiosidad popular «como cauce de evangelización en un mundo secularizado», amén de incrementar la atención a presos, enfermos o inmigrantes.

En el camino hacia el sínodo pontificio convocado por Francisco han participado en España 14.000 grupos sinodales, en los que había sobre todo laicos, pero también consagrados, religiosos, sacerdotes y obispos.

El encuentro comenzó con los saludos de bienvenida del arzobispo de Madrid, el cardenal Carlos Osoro; el presidente de la Conferencia Episcopal, Juan José Omella; y el nuncio apostólico en España.

En el transcurso de la asamblea, celebrada en la Fundación Pablo VI, el presidente de la jerarquía católica dijo que la sinodalidad forma parte del «ADN» de la Iglesia. En este sentido, comparó el proceso de discernimiento que se ha acometido con un navegador GPS que «a veces dice recalculando, te has equivocado».

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