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Un grupo de representantes de las ONG permanecen en la entrada de la sesión plenaria para denunciar el primer proyecto de acuerdo de la Conferencia sobre el Clima COP21.
Cuenta atrás para un difícil acuerdo sobre el cambio climático en París

Cuenta atrás para un difícil acuerdo sobre el cambio climático en París

Persisten las discrepancias en temas de financiación y sobre el límite máximo de dos grados de aumento de la temperatura global

COLPISA/AFP

Jueves, 10 de diciembre 2015, 20:17

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Los negociadores para el ansiado acuerdo de la cumbre del clima de París buscaban este jueves superar discrepancias persistentes tanto en temas de financiación como sobre el límite máximo de dos grados de aumento de la temperatura global a final del siglo XXI. Oficialmente, la conferencia de París sobre el clima (COP21) termina el viernes y los 195 países se encaminaban de nuevo a una segunda noche en blanco.

La presidencia de la COP21 confirmó que una reunión plenaria para presentar un nuevo borrador, elaborado a partir de las demandas de todas las partes, se aplazaba hasta las 21:00 horas del jueves.

El presidente francés François Hollande admitió que aún existen dificultades «sobre la financiación» y de dónde debe proceder. El comisario europeo y jefe negociador de la Unión Europea, Miguel Arias Cañete, pidió por su parte un acuerdo «ambicioso» para atraer miles de millones de dólares en inversiones del sector privado.

La financiación es uno de los puntos de bloqueo de este acuerdo, que sería el primero de alcance realmente mundial, con 195 países rubricándolo. El segundo atañe al grado de responsabilidad de los países industrializados y los que están en desarrollo en el calentamiento del planeta. El tercero, la ambición a largo plazo, es decir, definir cómo se reducen las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) y cómo se transita hacia una economía que no dependa de las energías fósiles.

Ya no es cuestión de si habrá o no acuerdo en París, sino qué tipo de acuerdo. «Todavía no es posible medir la ambición final del texto», observó Matthieu Orphelin, portavoz de la Fondation Nicolas Hulot.

Negociadores y observadores coinciden en que está hecho más de la mitad del trabajo pero queda lo más arduo: 19 puntos en discusión y 350 opciones abiertas. ¿Hasta qué punto será vinculante el texto desde un punto de vista legal? Orphelin apunta que de momento la palabra «deberá» figura 180 veces y «debería» 45, es decir que contiene «tres veces más obligaciones que exhortaciones».

Queda por definir, entre otras cosas, la fecha en que comenzará la revisión cada 5 años de los compromisos voluntarios (INDC) de reducción de emisión de GEI, que ya presentaron 185 países, pero que según el borrador no serán legalmente vinculantes. Hollande dijo ser favorable a que se tome como punto de partida 2020, la fecha de entrada en vigor del futuro acuerdo.

Las posiciones se endurecen, pero también aparecen nuevas alianzas, como la que alió en las últimas horas a la Unión Europea, a Estados Unidos, a poco menos de un centenar de países más vulnerables e incluso a países productores de hidrocarburos como México. Los países más afectados por el calentamiento del planeta, como las islas amenazadas por la subida del nivel de los océanos, no están dispuestos a dejar escapar la oportunidad de un acuerdo que para ellos es de vida o muerte.

El tema que cristaliza esa obsesión es el que prácticamente encabeza el acuerdo de París: limitar el aumento de la temperatura del planeta, sin que se haya definido aún si el tope será de 1,5º centígrados, como reclaman los países más vulnerables, o de 2º, como insisten sobre todo India y Arabia Saudita.

Según el ministro ecuatoriano de Medio Ambiente, Daniel Ortega, «la balanza se está inclinando por los 1,5º». Pero aunque se opte por la meta más ambiciosa, quedará por delante el reto de implementarla.

«Creo que esa es la parte más dura que nos queda» por negociar, o sea definir cómo se implementa el acuerdo «desde el punto de la contennción del calentamiento y de la ampliación del financiamiento», dijo Ortega. «Estamos de acuerdo en una participación voluntaria de los países en vías de desarrollo en la financiación», explicó en rueda de prensa Antonio Marcondes, negociador brasileño. Pero las divisiones vuelven a aparecer luego entre ricos y pobres.

El meollo de las discusiones en París son las «responsabilidades comunes pero diferenciadas» que todos los países aceptaron en la Cumbre de la Tierra de Río en 1992 y que ahora opone a los países emergentes y a los desarrollados sobre quién debe asumir los costos. «Necesitamos nuestro espacio político para erradicar la pobreza. No podemos aceptar subterfugios en nombre de un mundo que está cambiando, cuando la estructura básica sigue siendo la misma», dijo el representante malasio, Gurdial Singh Nijar.

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