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Supervivencia salvaje.
Crom, cuenta los muertos

Crom, cuenta los muertos

Conan vuelve a la carga esta vez en los videojuegos, en un título de supervivencia pura y dura

JUAN A. SALAZAR

Viernes, 8 de junio 2018, 17:23

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El fantástico personaje creado por Robert E. Howard allá en los años treinta del pasado siglo, Conan, no parece haber caído en el olvido ni mucho menos. Si ya lo habías visto antes en cómics, en juegos de rol o en el cine, también es lógico que pudieras seguir su rastro en su propia saga de videojuegos.

Al igual que las películas sobre Conan, los juegos fueron publicándose de forma deslavazada, sin tener mucho que ver unos con otros, al menos hasta llegar al último. Age of Conan, publicado en 2008 para PC, ya ofrecía un multijugador de rol masivo en línea, en el que, además de conocer la tierra hybórea, también podías construir tus propias ciudades y civilizaciones. Y éste es, precisamente, el camino que ha escogido Funcom para continuar la saga del bárbaro cimmerio, ésta vez para consolas de nueva generación y PC.

Conan Exiles es, sobre todo, un videojuego de supervivencia. Quizá para aquellos que no estén habituados a este género tan de moda actualmente (Ark, Day Z...) les resulte algo difícil, al menos al principio. Además, no existen marcadores o tutoriales sobre qué hacer primero, dónde ir y cómo hacerlo con nuestro jugador.

Imagen principal - Crom, cuenta los muertos
Imagen secundaria 1 - Crom, cuenta los muertos
Imagen secundaria 2 - Crom, cuenta los muertos

Simplemente, nuestras primeras preocupaciones serán la sed y el hambre, así como las criaturas y los depredadores que campan a sus anchas por la tierra hybórea. Pero poco a poco, el jugador irá descubriendo las posibilidades que le brinda el crafteo (fabricar objetos a partir de otros o de recursos recolectables en un juego) y la construcción.

Una vez solucionadas las primeras necesidades, el jugador se dará cuenta que para sobrevivir deberá cazar animales, combatir monstruos y a otros jugadores e incluso construir ciudades completas. Es este modo de construcción uno de los aspectos que más brillan en Conan Exiles. Al igual que ya vimos en Fallout o incluso Minecraft, la acumulación de recursos servirá, entre otras cosas, para construir nuestra propia fortaleza donde almacenar con seguridad nuestros tesoros y esclavos ante las incursiones de otras tribus y... otros jugadores.

Y es que el título desarrollado por Funcom ofrece un modo de juego en solitario y otro cooperativo online, en el que jugar acompañado por un amigo. Los encuentros con otros jugadores, en servidores de hasta 40 personas como máximo, serán la mayor parte de las veces desagradables, ya que éstos querrán birlarnos los tesoros y los recursos que tantas horas cuesta conseguir.

El mundo abierto que ofrece Conan Exiles es, sin duda, gigantesco, abarcando desde cumbres nevadas, ardientes desiertos plagados de ruinas secretas, óscuras cuevas, frondosos bosques llenos de animales y hasta un volcán. La tierra hybórea también cuenta con ciclo de día y noche y fenómenos atmosféricos bien conseguidos... incluso tormentas de arena en el desierto.

Pese a todo, el enorme rosario de posibilidades que esconde el título no esconde unos defectos claramente visibles y que no pueden pasar desapercibidos para cualquier jugador. El combate, desde luego, no es el aspecto más desarrollado ni el que más brilla. Al principio, da la impresión de resultar demasiado simple con animaciones algo pobres y una inteligencia artificial que se limitará a perseguirnos y atacar constantemente. Y, obviamente, en un juego sobre el bárbaro cimmerio es una pena que este aspecto no esté más cuidado. Asimismo, los defectos del apartado técnico son bastante reconocibles, sobre todo, en consolas y constituyen un apartado a mejorar.

Para terminar, Conan Exiles quizá no sea agradecido para el jugador novato. Sin embargo, la falta de una narración lineal otorga montañas de libertad al jugador que podrá recorrer, solo o acompañado, un vasto territorio indómito en el que, por muchas horas que meta, probablemente no habrá rascado más que la superficie del inmenso y variado mundo abierto que ofrece.

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