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Impresionante. El Monasterio de Yuso recibe a los visitantes nocturnos con un aspecto mágico debido a su iluminación exterior. :: J.C.M.
Yuso de noche: una alianza con la noche veraniega

Yuso de noche: una alianza con la noche veraniega

Los sábados de agosto reviven las visitas nocturnas al monasterio de Yuso, en San Millán de la Cogolla

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Viernes, 17 de agosto 2018, 10:43

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El valor del silencio es algo a lo que en estos tiempos de ruidos, más o menos agradables al oído, estamos poco acostumbrados, máxime cuando se vive en una gran ciudad. Así que no es de extrañar que quienes participan en las visitas nocturnas al Monasterio de Yuso, en San Millán de la Cogolla, salgan, como afirma la guía Valvanera Prieto, alabando que «hemos podido comprobar el valor del silencio».

Esa es, entre otras, la gran virtud de esta idea que las propias guías del cenobio tuvieron hace ya seis años, cuando expusieron a los monjes benedictinos que habitan y custodian el monasterio, organizar, aliadas a las bondades meteorológicas del verano que invitan a no quedarse en casa, unas visitas diferentes a Yuso, en las que no solo se pudieran glosar las maravillas arquitectónicas e históricas del mismo, sino que los visitantes pudieran percibir en sus mentes las bondades del silencio.

J.C.M.
Imagen principal - Yuso de noche: una alianza con la noche veraniega
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«A lo largo del año son miles las personas que se acercan hasta aquí para visitarnos, y habitualmente en el monasterio mostramos diversos aspectos históricos y artísticos del edificio, pero en las nocturnas hacemos una visita un tanto especial», nos explica la guía. «No nos fijamos tanto en la piedra como en la vida dentro de la piedra. En muchos momentos, estas visitas se hacen desde el silencio, teniendo en cuenta que en la vida de los benedictinos ese silencio tenía y tiene una gran importancia en su relación con Dios. Un silencio que, además, hay que entenderlo no como una obligación, sino como una necesidad», reflexiona Prieto.

«Con la visita se intenta hacer un viaje hacia el silencio interior de cada uno»

Para ello, han hecho un esfuerzo en cuanto a la creación del ambiente idóneo para que el propósito del proyecto se convierta en algo firme y llegue a los visitantes. De tal manera que el monasterio en su interior se dota de una iluminación acorde con el fin perseguido, las velas y las antorchas se encargan de aportar la luz, con lo cual se hace difícil no dejarse embargar por un ambiente de recogimiento que empuje a la reflexión, ya que lo que se intenta es «hacer un viaje hacia el silencio interior de cada uno».

Es por ello que también las visitas, que se vienen realizando los sábados de agosto, a las 22.00 y 22.30 horas, salvo el último fin de semana que se adelantarán en media hora, ya que el sol también adelanta su retirada, están restringidas a los mayores de 10 años de edad, pues se considera que con menos años los niños pueden no disponer de la suficiente paciencia para mantener esa disciplina silenciosa que se busca.

Para visitar durante el día

Como quiera que durante las visitas nocturnas, para facilitar el acceso a personas con dificultades de movilidad, solo se accede a las dependencias de la planta baja, dejaremos para las de día el ver la planta superior. Ahí está el claustro superior, generoso de luz y espacio, y que era donde transcurría la vida de los monjes la mayor parte de las horas.

En él, veinticuatro lienzos nos narran la vida de San Millán. En uno de los ángulos, una sala de exposición donde hay mucho que contemplar y también aquí se halla la biblioteca.

El recorrido comienza por el claustro, que aporta una dimensión muy diferente a la que ofrece con la luz del día. De estilo renacentista con recuerdos góticos en las bóvedas y platerescos en la decoración.

De ahí se pasa a la sacristía, según recuerdan en el propio monasterio, una sorpresa de color por los frescos del techo. Dedicada a Nuestra Señora: a su excelente talla de hacia 1700 hacen corte cuatro santos marianos desde las esquinas de la bóveda de cañón. Dignos de admirar, sobre la cajonería, es la colección de cobres o los lienzos de pintura napolitana.

La siguiente estancia es la iglesia, en la que cabe destacar su retablo mayor, ideado por el abad Ambrosio Gómez, que se trajo en 1653 al mejor de los pintores claustrales, fray Juan Ricci. Tampoco es desdeñable la rejería, forja de Sebastián de Medina. Sentados en el coro, los visitantes podrán deleitarse con el canto gregoriano.

Lugares novedosos

Más adelante se pasa al refectorio, antiguo comedor de los monjes y al que no se accede en las visitas convencionales de día, y donde se procede a leer un pasaje de la regla de San Benito, tal y como es costumbre entre los monjes a las horas de comer. El último lugar, tampoco visitable durante el día, es el Salón de la Lengua, donde se llevan a cabo los actos más solemnes en el cenobio. En él se proyecta un audiovisual sobre Gonzalo de Berceo, las Glosas y la cuna del castellano.

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