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Waterloo, la serie

CHAPU APAOLAZA

Miércoles, 14 de febrero 2018, 23:54

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Puigdemont ha propuesto una presidencia simbólica de Cataluña porque está atrapado en el plano simbólico, que es un nuevo sitio en el que uno no pesa porque no hay gravedad. En la España connotativa todo es posible pues mientras suceden las cosas simbólicamente, Montoro paga las facturas. Un presidente simbólico, un parlamento simbólico, una manifestación simbólica, un mosso simbólico. Un Parlament simbólico es la idea que tuvo Maduro cuando asumió que Chávez le hablaba a través del canto de los pájaros. La mayor victoria política de Puigdemont ha sido desgajar a la gente de la realidad, aunque cuando Jordi Sánchez despertó, el gitano patriota seguía allí.

Ahora a esto le llaman el relato. El relato tiene siempre algo de mentira porque el relato con verdad se llama la historia y las cosas tienen que terminar pasando. 'Elige tu propia aventura' treinta años después tiene finales inesperados. Esto lo escribe uno en un libro y lo enmarcan en la literatura de humor. Hay que crear más drama. La historieta de la liberación de tractoria es magnífica, pero hay un momento en el que la gente ha comenzado a dudar si la serie es de terror, de risa o de 'vamonós'. Capítulo 16, 'Cinco llamadas perdidas': primer intento de gobierno telemático. El bello y razonable Torrent llama a Puigdemont a su móvil antes de su propia investidura y el president cesado no le coge el teléfono. Se cree que KRLS estaba hablando con alguien, o se estaba comiendo un gofre o incluso España se lo imagina en el maletero de un Twingo doblado como una alcayata dando bandazos por las curvas de alguna carretera de Clermont Ferrand, que tienen un trazado del demonio, acordándose del maldito centralismo imperialista francés. En Twitter se refieren a él como el paquete, pero todos saben que el paquete es el que le espera en el despacho de Llarena.

Capítulo 19, 'Comín, tienes un whatsapp'. En Lovaina le puede pasar a uno cualquier cosa, porque todas las mujeres saben de arte africano primitivo y el champagne se sirve helado. Comín el politólogo, que me recuerda al bardo de Astérix, se deja abierta la pantalla del teléfono en la que KRLS llora su abandono con desazón adolescente y las cámaras se hacen con el robado. Quizás fuera un posado. Entonces, el independentismo se alza indignat contra la revelación de una conversación personal. Son los mismos que hace unos meses pedían ayuda al cerebro de Wikileaks. En la embajada de Ecuador en Londres, Julien pide otra chicha, por favor.

Capítulo 20, 'Pisito de soltero'. Una casa en Waterloo. También es una casa simbólica. Jesús Nieto Jurado apunta que es la prueba inmobiliaria de que cualquier señor de provincias puede europeizarse. Salones amplios, todas las comodidades. Una bandera, un tupper de crema catalana en la nevera, mucho cava, un jardín para hacer calçots y un exmosso en la puerta. De siete a ocho de la mañana, KRLS se planta delante de la pantalla a la espera de que aparezcan la docena y media de líderes mundiales que iban a reconocer a Cataluña y la potencia extranjera aquella de los Enfocats que iba a darles 200.000 millones de euros. El president pasea por el jardín minúsculo de su Moncloa jivarizada: «Necesitaremos una hacienda, un ejército, unas fronteras y una liga de fútbol... ¿Habéis llamado ya a contratar el wifi?». En España, los analistas hablan del Waterloo de Napoleón, pero en realidad es el Waterloo de Abba. Elsa es la rubia.

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