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Urgente: cambio de vida

Urgente: cambio de vida

Sectores precarios y poco reconocidos tienen rostro de mujer y casi tres de cada cuatro personas trabajadoras a tiempo parcial no deseado en España son mujeres

NEREA BASTERRA RESPONSABLE DE CIUDADANÍA Y PARTICIPACIÓN DE OXFAM INTERMÓN

Jueves, 1 de enero 1970

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Mi amiga Alicia acaba de volver a trabajar. Como cada septiembre Alicia, profesora de inglés extraescolar en un colegio de su ciudad, inicia el curso con un contrato nuevo tras pasar el verano en paro y tratando de estirar todo lo que puede el escaso sueldo que cobra el resto de meses, y aceptando trabajos temporales como camarera o clases particulares en verano. Mi prima Laura es auxiliar de geriatría y trabaja cuando la llaman para cubrir vacaciones, bajas o turnos que nadie quiere. Nunca sabe cuándo va a tener trabajo y cuándo no y, para llegar a fin de mes, ayuda a personas mayores en sus domicilios sumando muchas horas de un trabajo duro e inestable, y en el cual a veces se ha tenido que enfrentar a situaciones de acoso.

Podría seguir contando historias como las de Alicia y Laura; lamentablemente a mi alrededor hay multitud de personas, en su mayoría mujeres, que a pesar de estar trabajando no consiguen salir de una vida de precariedad, inestabilidad y pobreza. Sin duda ustedes conocen unas cuantas de estas historias y otras tantas aún más duras... no sería de extrañar, ya que España es el tercer país de los 28 de la Unión Europea con mayor tasa de riesgo de pobreza laboral especialmente entre las mujeres. En nuestro país, las mujeres tenemos el doble de posibilidades que los hombres de tener un trabajo con baja remuneración.

A pesar de que los usos y costumbres están en constante evolución y del creciente clamor feminista, son precisamente los valores y creencias sobre lo que hombres y mujeres debemos hacer y cuál es el papel de cada una en nuestra sociedad los que hacen que las mujeres sean mayoría en los empleos con los salarios más bajos, cobren menos que los hombres por un trabajo de igual valor, tiendan a concentrarse en sectores y ocupaciones 'feminizados', mal pagados y condiciones laborales precarias, y se ocupen mayoritariamente en empleos parciales y temporales mientras siguen asumiendo la mayor carga de trabajo del hogar y de cuidados no remunerados.

Sectores especialmente precarios y poco reconocidos como la hostelería o el trabajo doméstico y de cuidados tienen rostro de mujer (representando casi el 56% de personas empleadas en el primero y 88% en el segundo) y, como mi amiga Laura, casi tres de cada cuatro personas trabajadoras a tiempo parcial no deseado en España son mujeres.

Además, las mujeres cobramos menos, de hecho 7 de cada 10 personas que cobran el salario mínimo en España son mujeres. En parte porque los sectores con más empleo femenino están peor pagados, y también por esa parcialidad que, aunque muchas veces sea 'voluntaria', en realidad es obligada porque el reparto de las tareas de cuidados no remunerados no es equitativo entre hombres y mujeres y también porque, aunque se haya ido reduciendo, la brecha salarial de género sigue existiendo (en España las mujeres deberíamos trabajar 52 días más al año de media para obtener el mismo salario que los hombres).

A la situación laboral descrita, hay que añadirle el trabajo invisibilizado que realizamos principalmente las mujeres: el trabajo doméstico y de cuidados no remunerado de las mujeres equivale al 13% del PIB mundial y al 27% del PIB en España, lo que la convierte en una de las industrias más grandes e importantes del mundo. Solo así puede funcionar un modelo económico que se sustenta en una persistente discriminación de las mujeres que tiene unas consecuencias demoledoras en nuestras vidas.

Porque ser trabajadora en situación de precariedad y pobreza te condena ahora y en el futuro. ¿Qué pensión cobrarán Alicia o Laura con los trabajos que tienen? En España, sólo el 42% de las mujeres reciben una pensión, en comparación con el 87% de los hombres, y cuando la perciben es un 32,5% inferior.

Además, impacta en su salud y seguridad física: ¿pueden permitirse enfermar y renunciar a ingresar lo poco que les ofrecen? El estrés y la ansiedad son habituales, y la falta de expectativas y estabilidad no les permite pensar en formar una familia, o independizarse y hacer realidad su proyecto de vida... o simplemente disponer de un poco de tiempo personal y de ocio, para disfrutar con su gente. Una de las cosas que más les duele a ambas es no tener ni tiempo, ni energías, ni un mínimo de recursos económicos para poder tener una vida social activa y plena como les gustaría.

Pero esto no tiene por qué seguir siendo así. Cuando estoy con ellas, y con tantas otras, y veo esa mirada de impotencia, la rabia contenida se transforma en energía que debe impulsarnos a cambiar las cosas. La precariedad laboral puede disminuir significativamente si se garantiza el aumento del Salario Mínimo Interprofesional hasta los 1.000 euros en 2020, y se promueven cambios legislativos en la temporalidad y parcialidad del trabajo y se refuerzan sustancialmente los recursos humanos y técnicos de la Inspección del Trabajo para evitar tantos abusos. Es una cuestión de prioridades políticas, y como ciudadanía podemos y debemos alzar la voz para asegurar que los cambios suceden.

Otra gran cuestión pendiente es la crisis de cuidados y la desigualdad de género que aún persiste en nuestra sociedad. Es responsabilidad de todos y todas impulsar el cambio en los niveles más micro (en nuestras casas, centros de trabajo, espacios de ocio...) pero también reclamar medidas regulatorias y políticas que contribuyan a mejorar el acceso al empleo digno a las mujeres y favorecer la conciliación como la aprobación de una ley de permisos maternales y paternales sean iguales, obligatorios e intransferibles o asegurando un acceso universal a la educación pública y gratuita entre los 0 y los 3 años, y la reducción de las listas de espera del Sistema de Atención a la Dependencia. Acabar con la brecha salarial de género aprobando una Ley de Transparencia retributiva lo antes posible debe de ser igualmente urgente y prioritario.

Estamos en un momento de especial oportunidad pública y política donde la unión de las mujeres a través de diferentes formas de acción colectiva nos inspira y da esperanza y fuerzas para seguir peleando. Es posible colaborar de una forma sencilla para acabar con la precariedad laboral de las mujeres, apoyando una campaña como nohayperos.org. A todas las personas que están indignadas por esta situación necesitamos decirles que se sumen para que todo esto empiece a cambiar. Por Alicia, por Laura, por tantas otras mujeres que necesitan un cambio urgente en sus trabajos, y en sus vidas. Por nosotras mismas, y por toda la sociedad, ¡debemos cambiar esto!

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