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EL OTRO TRASLADO

MANUEL ALCÁNTARA

Martes, 10 de julio 2018, 23:27

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Seis de los líderes independentistas se concentraron para hablar de su traslado a Cataluña, pero no llegaron a un acuerdo porque los presos, que se dice que no existen, son muy desobedientes. Los que hacen números están convencidos, al menos, de una cosa: el mantenimiento de los 'ex' es carísimo. El sueldo actual de Artur Mas y de su personal de oficina ha escalado una cifra de vértigo que, sin embargo, no marea a nadie. El prófugo Carles Puigdemont, que cada vez aparece más contento en las fotografías, aumenta la cantidad que perciben los Mossos d'Escuadra y la del coche oficial a su servicio, pero esto son minucias si se comparan con otros privilegios, como el de recibir una pensión vitalicia del 60% de su retribución. A los que no nos importa el dinero de los demás, sino las monedas que nos ganamos todos los meses, lo que menos nos gusta es que nos llamen envidiosos. Allá ellos y con nuestro pan se lo coman.

Lo que nos desasosiega ahora es el traslado de los restos mortales del caudillísimo. Su familia ha registrado ante notario su negativa a la exhumación, pero en alguna parte hay que ponerlo para que no se convierta ni en un sitio de adoración ni de execración. La carta que los siete nietos enviaron al prior del Valle tiene difícil contestación y lo mejor es aplazar la respuesta y remitirla al papa Francisco, para que busque una solución que no gustará a nadie. Mientras, Torra se dedica a hacer cuentas, sabiendo que a él no le va a tocar pagarlas. La ley establece que los expresidentes puedan vivir 'con la dignidad y el decoro' que corresponde a las altas funciones que ejercieron, pero no dice que fueran eternas, ni inamovibles. Primero está el traslado de los presos del 'procés'.

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