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Miércoles, 12 de diciembre 2018, 23:42
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La enésima rectificación de Pedro Sánchez al anunciar que presentará en enero el proyecto de Presupuestos del Estado para 2019, apenas tres semanas después de haber renunciado a ello por falta de apoyos, suena más a estratagema oportunista que a reconocimiento de una obligación del Gobierno recogida en la Constitución. Si el presidente busca presionar al independentismo catalán para que apruebe sus Cuentas y le ayude a estirar la legislatura, el portazo inicial no ha podido ser más contundente: «Ni amenazas ni chantajes». El fantasma del auge de Vox y de una mayoría parlamentaria de derechas no ha hecho mella de momento en el secesionismo, para el que ese escenario incluso podría resultar beneficioso para azuzar el clima de confrontación e inestabilidad política en España. Si, por el contrario, Sánchez aspira a escenificar una ruptura con los independentistas para mejorar sus expectativas electorales tras el fiasco del PSOE en Andalucía, es posible que ese paso llegue demasiado tarde para ser creíble.
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