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EL SUPLENTE

MANUEL ALCÁNTARA

Sábado, 10 de marzo 2018, 00:31

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El expresidente ha tirado la toalla empapada de lágrimas, pero ha elegido a un candidato inelegible porque está en la cárcel. Lo último que ha hecho Puigdemont es desafiar al Tribunal Constitucional, no sin antes reconocerse a sí mismo como el legítimo heredero del barullo independentista y cederle el testigo Jordi Sánchez, que era el líder de la ANC y está en las atareadas manos del Tribunal Supremo. Don Carles ha obligado al Parlament a reconocerlo simbólicamente como el legítimo heredero, ya que ha calificado su retirada como provisional y espera volver con la frente marchita y los laureles, que no envejecen nunca, empiezan a apestar a sus seguidores. Advertido reiteradamente de que podría estar cometiendo un delito de rebeldía, sabe él que las consecuencias le van a pillar lejos. ¿Qué podrá hacer desde el banquillo de los acusados Jordi Sánchez si el titular sigue fugado? Ha reconocido que ni él ni ninguno de los suyos gobernará en Cataluña. Su presunto regreso al 'seny' se ha ido quedando sin seguidores y no se puede cambiar de caballo en plena carrera ni teñir de otro color los lazos amarillos.

Mientras, los viejos se han echado a la calle en varias ciudades de España. Quieren debatir el alza de las pensiones y pretenden que no encojan cada año, porque lo que era difícil se ha hecho imposible y casi nadie puede vivir de la jubilación si no se ha dedicado a la política.

Rajoy ha descartado subir las pensiones en función de la inflación. Ha venido a decir que lo que no puede ser además es imposible, por más que insista la oposición. Le estamos faltando el respeto a la realidad, que es lo más respetable del mundo, aunque no le hagamos caso ninguno de nosotros, ni siquiera los más viejos, que consideramos que no van con nosotros porque no somos nadie, aunque nos juntemos.

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