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Reválida identitaria

Reválida identitaria

Editorial ·

Tras diez años en el poder, la continuidad de Netanyahu representa un desafío para que sus contrincantes muestren una alternativa

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Jueves, 11 de abril 2019, 09:59

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El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, se propuso ayer dar inicio a su quinto mandato, tras diez años al frente del Gobierno. A falta de escrutar el voto de los militares, el Likud de Netanyahu había obtenido el 26,7% y 35 escaños en la Kneset, frente a Blanco y Azul del exjefe de Estado Mayor de las Fuerzas Armadas, Benny Gantz, al que se le adjudicaba el mismo número de electos, pero con un 25,94% de representación. Netanyahu venía de lejos, y apuró la campaña hasta el último momento. Gantz fue la novedad que contó con otros generales centristas, que quisieron encarnar una alternativa libre de extremismos, mientras la opción laborista se difuminaba con menos del 5% del voto y seis escaños. Netanyahu se ha mostrado capaz de transitar desde el Likud de 2009 hasta la alianza que comenzó a pergeñar hacia su derecha en la tarde del martes, tras saber que el recuento le concedía un empate técnico con Gantz. Netanyahu es el único dirigente de la derecha tradicional que ha sabido acomodarse en la corriente identitaria que atraviesa las democracias parlamentarias. Sin duda porque Israel es, antes que nada, identidad. El martes electoral, la mayoría de la población palestina con derecho a voto se abstuvo; también como respuesta a la identificación legal del Estado de Israel como Estado judío, a iniciativa de Netanyahu. El vínculo de complicidad entre Benjamin Netanyahu y Donald Trump -que no tardó en felicitar a 'Bibi'- constituye un intercambio político en toda regla; de apoyo de comunidades judías en Estados Unidos a favor de la actual Administración, como trueque de un 'plan de paz' que Washington lleva tiempo anunciando y que, indefectiblemente, coincidirá con los intereses de quien se dispone a fundir su figura con la de Israel. Ello cuando Netanyahu está siendo investigado judicialmente por corrupción, y podría verse procesado en pocas semanas, hasta el punto de que su destino penal le lleve a prisión. Pero se muestra plenamente consciente de que su mejor estrategia de defensa es la continuidad en el poder. Que durante cinco mandatos la sociedad israelí no haya aflorado una alternativa de gobierno frente a Netanyahu, más que realzar la solidez de éste último deja en evidencia a sus contendientes. Cuando menos a la hora de demostrar que no puede haber solo una manera de defender Israel.

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