Tribuna

La IA nos humanizará

En una sociedad que ya no está tan asegurada como hasta hace poco, que está viendo cómo sus cimientos parecen comenzar a fallar, vuelve el miedo y, con él, una nueva moral

Ramón Alegre Espert

Abogado

Viernes, 31 de octubre 2025, 22:01

Simon Johnson, premio Nobel de Economía 2024, ha sido entrevistado por la revista XLSemanal para conocer qué piensa sobre la inteligencia artificial (IA) y otras ... cuestiones relacionadas. En la charla identifica a unos «multimillonarios tecnológicos que han hipnotizado a la sociedad», esa «élite tecnológica muy, muy pequeña» que toma las decisiones. Su crítica la ilustra con una conversación con Sam Altman (director ejecutivo de OpenAI, la empresa que ha creado ChatGPT) al que le preguntó sobre la IA y el futuro del empleo. La respuesta que obtuvo fue: «Simon, no te preocupes. Tú y yo, jugamos en otra galaxia. Seremos dioses».

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Todos estos a los que alude Johnson, ¿son esos «espíritus suficientemente fuertes y originarios», esos «precursores» y «hombres del futuro» de los que, ya hace casi 150 años, hablaba Friedrich Nietzsche y que, actualmente, están cambiando los valores que hasta ahora teníamos como válidos? En 'Más allá del bien y del mal' Nietzsche dejó escrito que el miedo, el temor al prójimo, es el padre de la moral. Cuando una sociedad no está consolidada todavía, cuando aún tiene enemigos, sucede que son alabados como necesarios para la colectividad los «instintos fuertes y peligrosos como el placer de acometer empresas, la audacia loca, el ansia de venganza, la astucia, la rapacidad, la sed de poder». Por el contrario, cuando la sociedad en su conjunto parece asegurada contra peligros exteriores, esos instintos fuertes y peligrosos causan temor en la comunidad y son tachados de inmorales. «Todo lo que eleva al individuo por encima del rebaño [...] es calificado, a partir de ese momento, de malvado».

Actualmente, en una sociedad que ya no está tan asegurada como hasta hace poco, que está viendo cómo sus cimientos parecen comenzar a fallar, vuelve el miedo y, con él, una nueva moral. Lo que venía siendo alabado, esos valores de equidad, igualdad, democracia... está siendo puestos en duda y resurgen, aquí y allá, sentimientos y actitudes antitéticos. Ahora, esos «instintos fuertes» que citaba hace un momento (la audacia, el acometer empresas, la rapacidad, la sed de poder) vuelven a tener sentido, a ser valorados moralmente como buenos.

La inteligencia artificial puede acabar siendo una útil herramienta para poder formular las preguntas adecuadas

Las nuevas élites tecnológicas de las que nos habla Simon Johnson parecen del mismo club que Nietzsche, de cuyos cofrades escribió: «Nosotros los que somos de otra fe, nosotros los que consideramos el movimiento democrático [...] como forma de decadencia, estos es, de empequeñecimiento del hombre [...] ¿adónde tendremos que acudir nosotros con nuestras esperanzas?» Y él mismo responde que sus esperanzas están puestas en hombres del futuro lo suficientemente fuertes como para darle la vuelta a los valores que hasta el momento han prevalecido, «para enseñar al hombre que el futuro del hombre es voluntad suya, que depende de una voluntad humana».

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Bien parece, en efecto, que esos tecnólogos multimillonarios que conforman la nueva élite no son sino aquellos «hombres del futuro» que anhelaba Nietzsche. ¿Acaso es uno de sus filósofos de cabecera? No cabe descartarlo, a la luz de lo que vengo escribiendo. Pero entonces, ¿es esta nueva élite una bendición o un problema?, ¿ese «hombre del futuro», hecho realidad, es una amenaza para el porvenir o la promesa de un tiempo mejor?

Johnson finaliza la entrevista citada de la siguiente manera: «La IA se presenta como la máquina definitiva; te dice qué pasó, qué debes hacer. Pero a lo largo de la historia, cuando una persona o un oráculo nos han dicho 'debes organizar la sociedad así, pensar de esta manera', ha sido terrible». Parece, pues, que la nueva élite supone un problema, una amenaza. Bien, pero ¿no es cierto que hasta ahora la sociedad, al menos la occidental, se ha venido organizando y ha pensado según una cierta élite estableció, pongamos después de la Segunda Guerra Mundial?, ¿no es lo que plantea Johnson como terrible de cara al futuro (que se nos imponga una manera de organizarnos, una manera de pensar) lo que ya de terrible venimos viviendo desde hace mucho tiempo?

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Otra pregunta más: ¿no será que las élites de hoy se resisten a ser sustituidas por otras élites que se están haciendo presentes gracias al desarrollo de la IA? Quizás lo que consideramos novedoso no es sino algo ya vaticinado hace casi 150 años. Algo que el desarrollo tecnológico de la IA está haciendo posible y que será nuestra realidad durante mucho tiempo hasta que algo nuevo surja después de que hoy un filósofo comience a preverlo. Un filósofo o, por qué no, un escritor de ciencia ficción. Simon Johnson, ante el requerimiento del entrevistador para que recomiende un libro a fin de entender el próximo futuro, no elige uno de economía sino que se inclina por la ciencia ficción y alude a una novela en la que «un personaje no humano nos enseña qué significa ser humano».

He aquí algo muy interesante: la IA que nos traen esos tecnólogos multimillonarios puede acabar siendo, mal que les pese a sus creadores, una útil herramienta al servicio del ser humano para poder formular las preguntas adecuadas y hallar unas respuestas que aclaren nuestras más recónditas dudas; respuestas que nos ayuden a liberarnos, de una vez, de nuestros miedos y, de paso, de esas mismas élites.

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