Mi hermano casi no ha notado la reclusión y no va a notar el día después, porque va de casa al trabajo y del trabajo ... a casa; yo, en cambio, que tengo una intensa vida social y solo vengo a dormir, sí que estoy sufriendo esto, ¡y de qué manera!», me decía un amigo este fin de semana en una de estas videollamadas que se han puesto de moda durante la pandemia.
Hasta que no tengamos la vacuna nada va a ser igual que antes, vamos a tener que guardar la llamada distancia social, ¡y a rajatabla!: se acabó el darse besos o la mano al saludarse; utilizaremos menos el transporte público; por desgracia para el comercio tradicional, que es el alma de una ciudad, se usará mucho más el comercio electrónico; no sé si podré sentarme al lado de mi santo en el cine ni si mis hijos podrán ir a conciertos multitudinarios, y a ver cómo me voy a tomar unos vinos en Laurel y San Juan con los amigos.
Antes iba a un centro a hacer pilates, ahora lo hago desde casa por Zoom y lo pago por Bizum. Antes me pasaba las mañanas de reunión en reunión y perdíamos los allí reunidos casi más tiempo en el desplazamiento en metro, bus o taxi que en la reunión en sí, en cambio ahora hago las reuniones por videoconferencia, o con una llamada múltiple y con más correos electrónicos. Esto hace que sea más productiva y aproveche mucho mejor el tiempo. Antes me pasaba el día corriendo de un lado para otro y no tenía tiempo de hablar con la familia de Logroño, ahora hacemos todos los días una videollamada con mis padres y con mi suegra.
Esta pandemia, tan mal gestionada en nuestro país, va a cambiar nuestro modo de vida hasta que tengamos la vacuna, pero hay cosas que han llegado para quedarse: mayor peso del teletrabajo, más uso de las videorreuniones, más frecuencia de los encuentros digitales, un peso mayor del comercio 'on line'...
Pero nada sustituirá el abrazo a los amigos del alma, la emoción de asistir a un concierto en directo, vibrar en la grada de un campo de fútbol, disfrutar en la platea de un teatro, compartir mesa en buena compañía en un restaurante. La pandemia pasará, podremos salir de casa, tendremos la vacuna, se acabará la nueva normalidad y volveremos a la vieja y bendita normalidad, y será entonces cuando nos demos cuenta de que hay cosas que han venido para quedarse.
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