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SE PUEDE HABLAR

PABLO ÁLVAREZ

Miércoles, 18 de octubre 2017, 23:02

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No sé ustedes, pero yo me acabo de sacar de encima una sensación como de estar al borde de un abismo. No es que nos hayamos alejado demasiado, pero al menos parece que no nos caeremos este fin de semana: igual, con un poco de suerte, evitamos el peor de los escenarios, ése en el que la estulticia de los políticos acaba adornada con la sangre de sus ciudadanos.

Lo que convendría que digamos, sin complejos y alto, es que se puede hablar. No, no es una traición, ni es imposible, partiendo de algunos hechos que a estas alturas es difícil no reconocer.

Uno. Ahora mismo, la independencia de Cataluña es imposible. Por economía, por legalidad y por realidad social. Cabe preguntarse si los indepes son o no mayoría, pero desde luego ni clara ni suficiente.

Dos. Una conversación debe empezar en el marco legal establecido. A la Generalitat le toca retirar sus órdagos de encima de la mesa si quiere de verdad diálogo: nadie se sienta cuando el otro tiene sobre la mesa una pistola, siquiera metafórica, cargada.

Tres. Ese diálogo no tiene que acabar en ese marco legal establecido. Se pueden (se deben) cambiar cosas en un texto constitucional. Y cosas gordas, de ésas que hablan de nuestra ordenación territorial.

A estas alturas sinceramente dudo de que a alguien le importe una higa si España se define como un estado de las autonomías, una federación o una sociedad gastronómica, mientras lo mollar (la vida de cada día) se vea afectada lo menos posible.

El caso es que sigamos manteniendo un proyecto común mínimo. Y que nos alejemos aún más del precipicio.

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