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CON PRISAS Y CON PAUSAS

Línea de puntos ·

LÍNEA DE PUNTOS JORGE ALACID

Viernes, 5 de abril 2019, 07:38

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Sus señorías tienen prisa. Lo cual es desaconsejable, según advertía el consejo paterno. Con prisas no se va a ningún lado, por supuesto, pero tampoco se llega muy lejos al paquidérmico paso implantado en esta legislatura moribunda a cuyo final se agolpan las noticias. Claro que frente a tanta prisa, el calendario político marca sus propios tiempos: si los enviados del Parlamento de La Rioja aterrizan por Madrid un día de éstos, luego del pleno anunciado en San Millán este jueves, se encontrarán cerrada la ventanilla de las Cortes. Dése usted tanta prisa para esto.

Cabrán dos opciones, en ese caso. Que el nuevo Legislativo nacional que nazca de las elecciones del día 28 lo tramite y devuelva tal cual a La Rioja, de modo que su entrada efectiva en vigor todavía tardará un largo tiempo: las cosas de Madrid van despacio. La otra opción es todavía más temible. Que encuentren por el Congreso y el Senado algún matiz que incorporar al texto remitido desde el antiguo convento de La Merced, de modo que tenga que volverse a reunir la comisión institucional para configurar una nueva composición según cómo hablen las urnas en la siguiente cita electoral, la prevista en mayo, y entonces la tardanza en oficializar el nuevo Estatuto nos conduciría directamente al limbo donde suelen anidar aquellas cuestiones políticas que reclaman un alto consenso. Las cosas de la Cámara autonómica también van despacio.

Aunque ése no sería el escenario más desolador para quienes con tanto esfuerzo y mano izquierda han conseguido tramitar su propuesta para mejorar la carta fundacional de la autonomía riojana. El nuevo Parlamento resultante de las elecciones regionales tendrá desde luego otra fisonomía. Cambiarán los equilibrios entre mayorías y minorías, puede que incluso ingresen nuevas voces y la unanimidad alcanzada ayer, pendiente de sellarse el lunes en comisión, puede saltar por los aires. Entonces se podrá comprobar si las prisas son tan malas consejeras como las pausas.

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