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El lío político de hoy y la historia

julio montero

Lunes, 11 de marzo 2019, 12:57

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La capacidad integradora era en otra época la única justificación para que gobernaran los grandes partidos. Las cosas han cambiado mucho, pero no tanto en los aspectos básicos. Rajoy no dimitió porque el Partido Popular necesitaba tiempo para arreglar su casa lejos del poder. A Sánchez le tocaba aglutinar a las izquierdas y ver qué podía rescatar: es su gran oportunidad para liderarlas. En realidad populares y socialistas defienden el sistema con igual interés. Aquí solo sobra Ciudadanos. Por eso Rajoy no disolvió cuando podían ganar las elecciones.

La situación actual, con perspectiva histórica, muestra que los extremos políticos coinciden. Podemos cuando habla de reforma de la constitución, en realidad habla de otra constitución. Si no lo dice claro es por no asustar al electorado que aún prefiere la seguridad relativa de una reforma a una apertura a lo bestia del melón de un nuevo régimen. En eso, los amigos de Podemos no ayudan: ¿quién quiere la Venezuela de Maduro? Y no te digo a los ayatolas. Como para borrarse a toda velocidad.

Los otros enemigos de la constitución son los de VOX: porque el estado de las autonomías es parte clave de nuestro ordenamiento constitucional. Que esta organización haya generado, desde su punto de vista, un monstruoso momio para inútiles y chupones de toda ralea no quita que su supresión suponga un cambio constitucional radical.

Esto deja a Podemitas y a VOX como a republicanos y carlistas en 1898: al margen del sistema... y del gobierno, aunque saquen unos cuantos escaños. En momentos de crisis podrán asustar, pero no llegarán al poder por las urnas. Seguirán al margen mientras haya un sistema (el actual de la constitución de 1978) lo suficientemente fuerte. Y esa fuerza la conforman el Partido Popular y el Partido Socialista Obrero Español. Si ambos aguantan lo suficiente como para mantener sus liderazgos respectivos, el sistema aguantará. Y si el sistema aguanta, ellos serán los que seguirán ejerciendo el poder.

Ese liderazgo, al menos por un tiempo, no será tan monolítico como nos tenían acostumbrados hasta ahora. Ni el poder de los líderes es tan fuerte dentro de sus partidos (los varones cada vez mandan más, menos en Madrid); ni tendrán esas mayorías parlamentarias tan sólidas de otros tiempos.

Ciudadanos se mueve en un escenario muy difícil. De una parte, necesita acentuar la sensación de crisis para tener opciones; pero es una estrategia con poco recorrido: porque los extremismos le matan. Si cede a la derecha por su oposición al independentismo catalán, le acusarán de aliado de VOX. Al cortar puentes con Sánchez ha escogido ya orilla. No sé si todos los votos del mejor resultado de Rajoy divididos entre tres van a dar para una mayoría. Y a Casado no le importará que Sánchez gobierne otros cuatro años: en la oposición reorganizará su partido y la gente verá que VOX no es tan útil como parecía.

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