Años luz
Piedad Valverde
Sábado, 1 de noviembre 2025, 21:46
Años luz' es el título de una obra de teatro breve que se representó el pasado octubre en el Auditorio Municipal, dentro de la Muestra ... de Teatro Aficionado. Soy la autora del texto y he tenido la fortuna de que el grupo Ateneo Teatro de Logroño, al que pertenezco, lo haya montado.
Me gustaría compartir con ustedes la ilusión que se siente cuando los personajes que surgieron de mi imaginación respiran sobre un escenario. Desde aquí, mi gratitud a quienes lo han hecho posible y, por supuesto, a la Asociación de Vecinos El Carmen, que mantiene viva esta muestra desde hace 41 años.
La obra trata de dos consuegros recién estrenados como abuelos y la acción transcurre en la tienda de repuestos eléctricos que ella regenta. Entre enchufes y alargaderas revisan su pasado, sus anhelos y el futuro que aguarda a sus hijos y futuros nietos. Ambos representan miradas opuestas: él, tradicional y conformista; ella muy crítica con la desigualdad social y la injusticia. En un momento del diálogo, la mujer recita de memoria a Jean-Jacques Rousseau. Una escena quizás improbable, pero que me sirvió para perfilar el carácter de los personajes. Cada uno defiende su postura y como en las obras de Shakespeare —salvando las distancias, naturalmente— los dos tienen sus razones para ser como son.
Pero lo más interesante es que la obra ha tenido una especie de prolongación en la vida real. Resulta que al día siguiente de la actuación Cristina, una compañera de trabajo a la que aprecio bastante, me llamó para felicitarme. Me contó, además, que había comprado un ejemplar de 'El contrato social' para regalárselo a su hija, graduada en Ciencias Políticas. Días después coincidimos en el trabajo y me explicó que su hija le había recordado que aquel pequeño volumen era una piedra angular en la historia de los derechos humanos, una especie de Biblia de las Ciencias Políticas. Cristina compartía esa visión y recordó de memoria una cita del filósofo: «Opino sobre política no porque sea príncipe ni legislador, sino porque soy un ciudadano libre que no tiene poder para gobernar».
Mi compañera siempre ha tenido conciencia social pero reconocía que las palabras de Rousseau le habían servido de refuerzo. Conversamos sobre cómo las decisiones políticas afectan a nuestra vida cotidiana y, a veces, la ponen en peligro. Mencionamos el caso de las mujeres afectadas por el cribado del cáncer de mama en Andalucía, un asunto aún sin resolver que evidencia cómo la privatización sanitaria antepone el beneficio económico a la salud de las personas.
Cristina, empleada pública, ejerce su labor con rigor, responsabilidad y una ética impecable. Mientras la escuchaba, comprendí que Rousseau se había quedado corto: los ciudadanos y ciudadanas no solo debemos opinar sobre política, sino implicarnos en ella.
Porque, en un país donde cada día se destapa un caso de corrupción o de incompetencia, la lucidez de Cristina, y dicho sea de paso, brilla a años luz de la mayoría de los gobernantes.
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