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Martes, 2 de enero 2018, 00:11
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El viernes, el presidente peruano Kuczynski evitaba su destitución por el Congreso tras haber sido acusado de vinculaciones ilícitas con el 'caso Oderbecht'. La moción necesitaba 87 votos para prosperar y sólo logró 79, ya que no la apoyaron los seguidores de Kenji Fujimori, hijo del expresidente Alberto Fujimori, que estaba negociando con Kuczynski el indulto para su padre, de 79 años, en prisión tras ser condenado por crímenes contra la humanidad. Como cabía imaginar, el indulto se ha concedido «por razones humanitarias» dado que padece una enfermedad «progresiva, degenerativa e incurable». Pero en política las casualidades no existen y todo indica que se ha producido un cambalache indecoroso: Kuckzynski sale indemne de sus tropelías y Fujimori queda en libertad. Perú tiene mala suerte. Todos sus expresidentes vivos son prófugos o están presos. Y ahora se libera a Fujimori, en medio de una oleada de protestas. La democracia peruana no acaba de arrancar.
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