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Un parche tardío

Un parche tardío

Editorial ·

Europa no puede ignorar la existencia de otros Open Arms con nombres distintos ni aparcar una política migratoria compartida

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Jueves, 22 de agosto 2019, 08:41

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El desembarco en la isla de Lampedusa de los 83 migrantes que continuaban a bordo del Open Arms encauza la salida a un drama humanitario prolongado durante casi tres semanas ante el que Europa ha mostrado su peor cara. Con su orden, ejecutada en la noche del martes y a la que solo cabe cuestionar su tardanza, la Fiscalía italiana ha doblegado la salvaje inhumanidad del ministro del Interior, Matteo Salvini, sobre quien debe caer todo el peso de la ley por su terca negativa a permitir la entrada del barco con náufragos hacinados en condiciones extremas. Los cinco países -entre ellos, España- dispuestos a acogerlos deberán activar ahora un acuerdo para su reparto. La medida de urgencia, adoptada por el fiscal ante la «situación explosiva» que se vivía en el Open Arms, pone fin a una emergencia que ha retratado la desidia y la falta de solidaridad de la UE ante un problema de enorme magnitud que sigue sin reconocer como tal. Y al que solo ha respondido cuando el bochorno era ya clamoroso con apresuradas improvisaciones en medio del navajeo político. La imparable oleada de migrantes desesperados que ponen en riesgo sus vidas para huir de la hambruna y de la guerra requiere sin más dilaciones una estrategia integral y coordinada que implique al conjunto de la Unión. Urge corregir tal carencia ante un desafío que exige soluciones de profundo calado en lugar de parches cada vez que se enciende una alarma. La tardía reacción de una UE obsesionada en mirar hacia otro lado no ha sido muy distinta a la del mismo Gobierno español que acudió al rescate del Aquarius y que no ha dejado de dar bandazos en una rectificación permanente de su política migratoria, si es que esta existe. De lavarse las manos y descargar toda responsabilidad en Italia ha pasado a implicarse de lleno en la operación; eso sí, tan a destiempo que el buque de la Armada enviado el martes para escoltar al Open Arms hasta Mallorca tendrá que buscarse otras funciones tras la intervención de la Fiscalía. También resulta más que cuestionable el comportamiento de la ONG propietaria del Open Arms, más preocupada en no dirigirse bajo ningún concepto a un puerto español que en priorizar la deteriorada salud de los náufragos a su cargo. Una irresponsable actitud que cabe vincular con el temor a sanciones por dedicarse a tareas de rescate sin permiso para ello. Europa ni puede ignorar que el Mediterráneo está repleto de Open Arms con otros nombres ni repetir su indolencia en este caso cuando, más pronto que tarde, una nueva emergencia humanitaria acapare el interés mediático.

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