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Miscelánea de cosas que no entiendo (XII)

JULIO ARMAS

Sábado, 3 de febrero 2018, 23:22

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De lejanas cercanías.- No me negarán que esto del «Prusés» está resultando un novelón del tamaño de aquella «Ama Rosa» de Guillermo Sautier Casaseca y Rafael Barón que tanto le gustaba a mi difunta abuela. Particularmente he de decirles que una de las cosas con las que más me he divertido fue con aquella actividad que se desarrolló en el centro de la Plaza Mayor de Vich, en la que, bajo el lema «Un pueblo encarcelado», se instalaron dos jaulas gigantes en las que los vecinos que quisieron, y por supuesto de forma voluntaria, fueron encerrándose durante el tiempo que ellos creyeron oportuno con la idea, al parecer, de estar más cerca de sus líderes políticos encerrados. No me digan que no es bonito. No lo entiendo muy bien pero si alguien quisiera prohibirlo yo votaría en contra. Es más, yo hasta les pondría más jaulas por si algún día tienen un lleno y no saben dónde reacondicionar a los voluntarios. Hay que respetar la voluntad mayoritaria del pueblo. Si no se hace, no lo entiendo.

De monas y vestidos de seda.- Hace poco, y en una de sus habituales intervenciones chusqueras, el señor Rufián comparó a los políticos presos (que no presos políticos) con Galileo: «Nos recuerda un poco a los juicios de Galileo Galilei -dijo- que se le pedía que confesara que la Tierra era plana». Pues nada, señor Rufián, que ha vuelto usted a meter la gamba. Al señor Galileo no se le mojaron las orejas porque defendiera que la Tierra fuera plana sino porque defendía la concepción heliocéntrica del universo formulada por Copérnico. Es decir, y para que usted me entienda, que sostenía que la Tierra giraba en alrededor del Sol. ¿Estamos?

De talibanes semánticos.- Esto se está poniendo cada vez más difícil y, como sigamos así, dentro de poco no vamos a poder ir a comprar el pan si no es en presencia de nuestro abogado. ¿Ustedes no se han fijado que cada vez está resultando más complicado expresar cualquier opinión sin que alguien se sienta purista, ofendido o molesto? Hoy los talibanes semánticos están siempre al acecho buscando contraatacar, ya que atacar no saben. Hoy hay que andar con pies de plomo con lo que se dice y con algo más pesado que el plomo (¿el señor Puigdemont?) con lo que se escribe. Prueben ustedes, digan por ejemplo: estoy de estos catalanes hasta más arriba de la coronilla y verán cómo en menos que canta un gallo algún pluscuamperfecto observará algo del estilo de: no seas injusto, porque no todos los catalanes son iguales. ¡Coño, que ya lo sé! Claro que no todos los catalanes son iguales, sólo estaba expresando la idea de una forma coloquial. Y así vamos. Y con todo nos pasa lo mismo. Ya dice el cruel refranero español que no hay palabra mal dicha sino mal interpretada.

De médicos, de enfermos y del euskera.- He leído que el decreto implantado por Uxue Barkos, presidenta del Gobierno de Navarra, para fomentar el uso del euskera en las administraciones públicas navarras establece que en las zonas vascófonas «se valorará más el conocimiento de la lengua que la propia especialidad médica». Es decir, para que me entiendan, que un médico con mejor formación, pero sin conocimiento de euskera, tendrá más dificultad de encontrar trabajo en Navarra que otro con un nivel inferior pero con un excelente conocimiento de la lengua vasca. No lo entiendo y es que en este caso me parece difícil que alguien lo entienda. ¿Qué será mejor que en mal euskera te atienda un buen médico o que en buen euskera lo haga otro menos bueno? No lo entiendo.

De plasmas, plastas y reuniones: No lo entiendo. Últimamente estamos hartos de oír a los independentistas catalanes decir que no habría ningún problema en que el bueno de Puigdemont fuera investido presidente por video conferencia y que, con el mismo sistema, dirigiera los destinos de la Generalidad de Cataluña. Al parecer no habría ningún problema. Todo sería de lo más normal y rutinario. Tan normal sería como que el señor presidente del Parlamento catalán, el señor Torrent, decidiera el otro día reunirse con unos cuantos miembros de la mesa y con el señor Puigdemont para ir atando cabos sobre todo lo que falta por hacer. ¿Pero saben qué es lo que no entiendo? Pues lo que no entiendo es que si tan fácil, cómodo, efectivo y económico es realizar las reuniones por videoconferencia, ¿por qué a la primera la necesidad que tienen de reunirse se van todos en avión a Bruselas? No lo entiendo.

Hasta el domingo que viene, si Dios quiere, y ya saben, no tengan miedo.

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