2025, cuestión de confianza
Ayer por la noche, mientras horneaba galletas con estrellas europeas para una charla sobre profesiones en la clase de mi hija Clara, pensaba en cómo ... explicarles a chavales de once años qué es hoy la Unión Europea. Harina, azúcar, huevos, fondant amarillo y azul... ¿cómo transmitirles el valor intangible del proyecto europeo en una época en la que la confianza en las instituciones, en la información y en la democracia ya no puede darse por sentado? La confianza general en lo público es un recurso cada vez más escaso. El 45% de los europeos considera además que la desinformación impacta directamente en sus vidas. Facebook fue creado en 2004, Twitter (ahora X) en 2006. Solo veinte años después, apenas el 4% de los usuarios europeos confía en X, mientras que la inteligencia artificial añade sus propias incertidumbres: un 67% teme que las elecciones puedan manipularse, y un 31% cree que esta tecnología ya ha influido en sus votos. Ante este panorama, la UE ha pasado a su táctica defensiva. El nuevo «escudo para la democracia europea» y la ley de servicios digitales buscan protegernos de la manipulación informativa, exigiendo a las plataformas mayor transparencia en los algoritmos, medidas contra la desinformación y límites a las prácticas abusivas. El caso más sonado es el de las investigaciones abiertas contra Elon Musk por posible incumplimiento en X.
El horno comienza a dorar las primeras galletas mientras la lista de urgencias europeas en 2025 se amontona en mi borrador de charla: competitividad industrial, gasto en defensa, Trump, migración, clima, polarización política, el peligroso cambio de ciclo en Francia y Alemania...
Elon Musk interfiriendo en la campaña electoral alemana con una apuesta personal por la extrema derecha de AFD y una entrevista en directo en X a su líder. La decisión de Meta (Instagram) de alinearse con Trump, abandonando su compromiso de verificación de contenidos. La tragicomedia vivida en Rumanía, en este caso provocada por una presunta operación rusa de propaganda en la plataforma china TikTok que logró que un candidato casi desconocido, ultraderechista y euroescéptico, ganara la primera vuelta de las elecciones presidenciales. Hasta el punto de que la Corte Constitucional rumana tuvo que anular el proceso electoral y convocar nuevos comicios en mayo.
La experta Anu Bradford describe bien la esquizofrenia entre el modelo americano de gestión de internet y la inteligencia artificial, orientado exclusivamente al mercado, y el europeo, centrado en los derechos –aun a coste de lastrar su competitividad en el sector–. 2025 será el año del pulso entre el «efecto Bruselas» –la capacidad de la UE de exportar sus estándares a otros modelos de negocio– y el «efecto de los millonarios», donde figuras como Musk priorizan beneficios sobre la ética digital. Pero si en una democracia dejamos de defender la verdad, permitimos que el algoritmo manipule a su antojo y desdeñamos la confianza en lo público: ¿Qué nos queda? ¿azúcar y fondant?
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