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Lunes, 10 de septiembre 2018, 23:44
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Mauricio Macri recurrió a una alocución grabada para anunciar al país y exponer ante los mercados los ajustes que pretende introducir en los presupuestos de 2019, para alcanzar en el próximo ejercicio el superávit primario que su gobierno había fijado como objetivo del 2020. Ajustes que pivotarían en torno al incremento de la presión fiscal sobre las exportaciones y la reducción del gasto primario por parte de las instituciones de la República. La exposición de tales propósitos busca, como resultado inmediato, que el FMI libre ya la partida de 50.000 millones de dólares de rescate concedida a Argentina en junio. De manera que ese compromiso internacional permita a Macri emplazar a los grandes exportadores argentinos, a la sociedad en general, a los grupos de la oposición y a las autoridades provinciales y municipales concernidas por el traspaso previsto de subsidios, a un esfuerzo compartido del que parece excluirse al kirchnerismo. El presidente argentino advirtió ayer de que el país está «en emergencia», señalando que «esta crisis no es una más», al tiempo que recurría al voluntarismo con el deseo de que «tiene que ser la última». Pero el gobierno Macri ha dado demasiadas muestras de imprevisión como para que de pronto obtenga el favor de los argentinos y el de los mercados al mismo tiempo. La crítica a la herencia recibida de un «Estado sobredimensionado» contrasta con el hecho de que Macri haya optado por reducir el número de carteras ministeriales que él mismo había incrementado, en una medida más simbólica que de verdadero ahorro. La descripción de los factores que han concurrido en esta crisis -fuerte sequía, subida de las tasas de interés, apreciación de las demás monedas- por parte del ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, eludió una mínima reflexión sobre las debilidades congénitas de la economía argentina. De modo que las dudas que suscita la inyección financiera procedente del FMI tienen que ver con la eventualidad de que induzca en las distintas instancias políticas y económicas argentinas un estado de confianza infundado, proclive a la inercia. Mauricio Macri deja pasar 2018 porque necesita salvar 2019. El dossier de corrupción que pesa sobre los Kirchner puede serle útil para desdeñar la oposición parlamentaria a su política de ajustes. Pero ésta, aun siendo necesaria, se evidencia insuficiente. Entre otras razones porque Macri no podrá eludir los requerimientos de la agroindustria exportadora y de las finanzas, de gobernadores y alcaldes afectados, para que sean compensados sus 'sacrificios' también en 2019.
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