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Los límites del independentismo

Abrir las puertas de las cárceles a los políticos catalanes sería un delito de usurpación de funciones

MARGARITA SÁENZ-DIEZ

Sábado, 15 de septiembre 2018, 23:35

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Se trata de un difícil equilibrio. Tan complicado de mantener como aquellos que, descalzos, caminan sobre una cuerda a gran altura. Pero eso es lo que intentan los que mandan ahora en la Generalitat o desde Waterloo. Pretenden mantener tener viva la llama de la República Catalana pero, esta vez, sin pisar la ilegalidad.

Las manifestaciones previstas, la de la Diada de este martes y las que seguirán, tendrán ese signo, aunque los Comités en Defensa de la República (CDR) compliquen la situación. Pero no será fácil que se mantenga ese equilibrio hasta que se celebre el juicio de los que están desde hace meses en prisión preventiva.

Si, a grandes rasgos, Cataluña se divide en casi dos mitades respecto a la independencia, una mayoría del 80% coincide en rechazar esas prolongadas estancias en la cárcel sin que se haya dictado sentencia.

Otra cosa es el deshilvanado comentario del president Torra acerca de la posibilidad de abrir las puertas de las cárceles para que los 'presos políticos' se liberen. Una advertencia con recorrido problemático, porque el artículo 506 del Código Penal establece que la Justicia es, y no un Ejecutivo, la única competente, aunque las cárceles catalanas estén hace años bajo administración autonómica. Una decisión de ese calibre rompería el equilibrio y la cuerda también. Podría ser considerado un delito de usurpación de funciones.

Con todo, al fondo del paisaje asoma algo de luz. El Gobierno de Pedro Sánchez ha generado esperanzas de entendimiento y desde las filas independentistas dos políticos catalanes de los que marcan el paso han sido explícitos. Elsa Artadi, poderosa consellera de la Presidencia, rebaja el tono de la desobediencia a las futuras sentencias y apuesta por el diálogo con Moncloa. Y el portavoz de ERC en el Congreso, Joan Tardá, descalifica a aquel «independentista ingenuo o estúpido» que crea que podrá imponerse la independencia al 50% de catalanes que no están por esa causa.

Mientras, en las cocinas de Barcelona y Madrid se trabaja duro. Se trata de poner en práctica el principio básico de entender la posición del otro y que el acuerdo al final sea posible. Pronto se hará realidad la incorporación de pleno derecho de los Mossos d'Esquadra al Centro de Inteligencia Contra el Terrorismo y el Crimen Organizado (Citco). Así, se pondrá punto final a las graves discrepancias habidas entre el Gobierno y la Generalitat tras la masacre yihadista del año pasado en Cataluña. También se busca aflojar la tensión sobre los lazos amarillos, con el compromiso etéreo de ambos ejecutivos de velar por la neutralidad de los espacios públicos.

Pero hace cuatro años no había ni cuerda ni equilibristas.

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