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No hace mucho. No muy lejos

MAYTE CIRIZA

Martes, 26 de junio 2018, 20:14

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Todas las teles y radios conectaban en directo el domingo por la mañana con Valencia para retransmitir la llegada del buque Aquarius con 630 inmigrantes que ni Italia ni Malta -los países más cercanos al barco errante- querían acoger. Es una muestra de humanidad haberlos cobijado.

Me pregunto cómo será la vida de cada uno de ellos, de tantos otros que no tienen el foco de las cámaras, para atravesar medio continente africano, cruzando un desierto, pagando a las mafias que trafican con personas y lanzarse al mar en pateras buscando un futuro de esperanza. Sobre todo me estremece pensar en cómo será la vida de esas mujeres embarazadas o con hijos pequeños que se arriesgan a morir en alguno de los miles de kilómetros de sufrimiento.

Cada día llegan a nuestro país y al resto de países del sur de Europa miles de inmigrantes y los acogemos, y les ayudamos. Es para sentirse muy orgullosa de pertenecer a un país y a una Unión Europea que les procura la oportunidad de salir adelante. Pero toda la parafernalia y el espectáculo que se ha organizado en torno a la llegada del buque Aquarius tienen un punto de obsceno, de exageración, de sobrerrepresentación, de derroche de propaganda. Personajes destacados han llegado a afirmar: «Hoy es un día histórico, hay un antes y un después», como si nunca antes hubiéramos sido una sociedad solidaria que ha acogido, apoyado y atendido a miles, millones de inmigrantes, que viven y conviven en nuestros países, en nuestras ciudades, en nuestras calles y en nuestros portales. Ni que este fuera el primer buque de inmigrantes que llega a Europa. Pateras como en las que iban los inmigrantes que subieron a ese barco hay muchas y todos los días. Está bien tener gestos, pero que el gesto no sirva tan solo para calmar nuestras conciencias. Hemos recibido al Aquarius, bien hecho, ¿y después, qué?

Hace unos fines de semana pude ver la exposición Auschwitz, absolutamente sobrecogedora, y piensas cómo fue posible que los nazis asesinaran a millones de judíos ante la indiferencia de la propia sociedad alemana y de tantos países. El lema de la exposición es «No hace mucho. No muy lejos». En este caso no se trata obviamente de una persecución, pero hay un elemento común: la indiferencia ante la situación terrible de pobreza de millones de personas en tantos países de África.

Por eso hay que ayudar a esos países a salir de la pobreza o de la guerra que corroe todo, que empuja a sus gentes a buscar un futuro. Que dentro de unos años nuestros hijos o nietos no puedan decir que nuestra generación fue indiferente ante tanto sufrimiento, que nadie pueda afirmar que los dejamos morir de miseria o por la guerra en sus países, que nadie pueda reprochar que permitimos que murieran ahogados por miles en el mar. Que no puedan titular «No hace mucho. No muy lejos».

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