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LAZOS AMARILLOS

MANUEL ALCÁNTARA

Martes, 6 de marzo 2018, 00:05

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Unos le llaman boicot y otros escrache, pero el dialecto preferido es el de las caceroladas en la calle, porque el ruido nos llega a todos. En el tablero catalán se juega una partida que no tiene vencedor, porque todos aspiran a ganar, aunque sea para disgustos. Su Majestad el Rey está entrenado y es experto en desaires y abucheos. Los que no gritan en Cataluña es porque llevan lazos amarillos, pero Felipe VI es lo que en argot pugilístico se llama un gran encajador. No es que no sienta los golpes, sino que no acusa a quienes le golpean, pero muchos tememos que acabe 'sonado'. Sabe que en Cataluña le espera una sinfonía de descontentos. No le perdonan su célebre discurso, muy parecido a una arenga, de octubre. No todas las palabras se las lleva el viento, porque algunas quedan y nos siguen resonando por dentro a los que seguimos creyendo que el separatismo, además de una manía tribal, es un desastre para todos.

El futuro del Mobile World Congress está seriamente amenazado porque los que quieren irse no se andan con bromas. No es cierto que no ofende quien quiere, sino quien puede, porque los insultos lo oímos todos y las lazos amarillos los vemos todos también. Mientras prosigue la desbandada de empresas catalanas que buscan cobijo en otros sitios. Entre algunos privilegios legítimos tienen los catalanes el de ser naturalmente bilingües. No únicamente hablan o escriben en el glorioso idioma español, sino también en el catalán, que sólo es menos glorioso por el número de personas que lo usan para entenderse. Estamos recordando ahora que el Mobile es una feria de resonancia mundial que recibe cada año más de 100.000 visitantes. La torpeza de Ada Colau pone en peligro todo lo conseguido. Trata de que no tengamos la feria en paz y está a punto de conseguirlo.

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