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De Lasanta, Munilla y Torremuña al mundo

FÉLIX CARIÑANOS

Sábado, 17 de marzo 2018, 00:11

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De vez en cuando se producen en nuestras vidas pequeñas sorpresas. A principios del anterior mes de noviembre recibí un correo en el que el señor Ángel Díez Tierno, residente en Barcelona, se interesaba por el contenido de un comentario que yo había hecho en mi columna del sábado 22 de abril del 2006. Ahí venía yo a decir que en un mercadillo que se monta los domingos detrás de La Seo en Zaragoza había comprado un librito que llevaba escrita una nota a lapicero: «Ángel Díez. Munilla, 15 de mayo de1936 (Logroño)».

Efectivamente, ocurrió en el rastrillo de la plaza de San Bruno, y resultaba que el señor firmante en el ejemplar era su padre, ya fallecido. Él me pedía que le hiciera el favor de enviarle una fotografía del libro y alguna información acerca de su contenido; así lo hice y, además, quedé en enviárselo porque su ausencia menguaba muy poco el interés de mi bibliotequilla sobre textos de enseñanza y, desde luego, a él le aportaría buenos recuerdos. Se trataba de un catálogo de Editorial Edelvives de 1935 que comprendía textos de 1ª y 2ª Enseñanza, Enseñanza Comercial, Libros de Premio y Libros para Educadores. La circunstancia de un prolongado ingreso en el hospital me ha impedido cumplir con el envío hasta mediados de febrero, pero la sorpresa no ha acabado ahí.

A vuelta de correo me ha llegado un volumen de 246 páginas excelentemente editado por Gráficas Isasa en Arnedo el día de san Mateo del pretérito año, cuyo autor es el propio Ángel Díez Tierno; su título, «Nosotros, los Díez». Trata de la odisea de esta modesta familia desde los datos de principios del siglo XVI extraídos de los archivos parroquiales hasta la actualidad. Un estupendo retrato de la evolución secular de las Alpujarras riojanas y del Camero Viejo, tierras incluidas en aquellos tiempos dentro de las de Soria. Por eso de que la necesidad aprieta, desde Lasanta, Munilla y Torremuña la parentela va descendiendo a lo largo del siglo XIX y del XX -entre otras varias localidades- a San Román, Villamediana, Pradejón, Varea, Logroño y, claro está, argentinas, chilenas y venezolanas. El árbol genealógico revela incluso familiares que han vivido en Tailandia e Indonesia, abriendo negocios a la manera de los que emigraron a los lugares anteriormente nombrados.

El padre del propio autor, nacido en Torremuña y criado en Munilla, marchó a Sabadell en 1941, donde laboró como bancario. El hijo estudió Económicas y Ciencias de la Información, habiendo sobresalido en distintas facetas empresariales. Destacan las continuas alusiones al papel decisivo de las mujeres en la supervivencia de la vida en la sierra y en la apertura de nuevos caminos a los hijos en la emigración. Los pies de las abundantes fotografías son muy ocurrentes y... añorantes. Acaba el libro con unas atinadas reflexiones sobre las virtudes de los serranos, «la vena financiera de los Díez» y «la defensa de la identidad» dentro de esta sociedad mundializada. Lo que me hubiera perdido si en aquella mañana zaragozana del rastrillo de San Bruno no compro aquel libro de Ángel Díez...

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