El Presidente de ERC no es Oriol Junqueras, es Pedro Sánchez; el Coordinador General de EH BILDU no es Arnaldo Otegui, es Pedro Sánchez; el ... líder de JuntsxCat no es el huido Carles Puigdemont, ni la imputada Laura Borrás, ni el condenado por sedición y malversación, Jordi Turull, es igualmente Pedro Sánchez. Y ni la Secretaria General de Podemos, Ione Belarra, ni Pablo Iglesias, mandan ni dirigen nada porque el que planea sobre todas sus organizaciones no es otro que el omnímodo Pedro Sánchez. Todos ellos viven bajo la ensoñación de dominar sus partidos y de ser artífices de sus propuestas, cuando es Sánchez quien masculla y decide. Y el que en la parte más recóndita de su ser, en la oscura caverna de su cerebro, alberga muchos más estragos que los que puedan soñar tanto el irredento separatista Rufián, como el aniñado Errejón y su comunismo oportunista. Otegui se jacta de ser quien ha expulsado a la GC de Navarra; y los del PNV los que han llevado a los etarras a «sus cárceles», sin alcanzarles su bilioso entendimiento para comprender que es Sánchez quien va por delante con sus múltiples y peligrosas quimeras, poniéndoles a ellos como señuelo para hacernos creer que son los que le fuerzan a ese retorcimiento político. Ninguno ha sido capaz de atisbar su cooptación porque este Howard Carter de pacotilla, este petulante desenterrador de momias, les sigue suministrando su farisaico discurso para que crean que van por libre mientras que él hace mohines como si fuera víctima de unos facinerosos (que los son) y así revestirse de estadista para clamar que los que tratan de descangallar España, son otros. Y es que es él y solo él el verdadero autor del bodrio de la Ley de Libertad Sexual, y no esa leguleya sin par: la histriónica ofendida Irene Montero. Como lo es de la eliminación del delito de sedición, y lo será del de malversación bajo la elucubración semántica de que si no ha sido para lucro personal, no es robar. Aunque ponga a esos meros comparsas como tapadera mientras escupe hacia los que, con lealtad a la Constitución, le podrían resolver el entuerto. Todos los que se creen dueños sobre tanto dislate político, son Ilusos que hacen de mamporreros de este desquiciado personaje de inexistente progresismo, que decide que un alzamiento contra el orden constitucional y la unidad territorial, dejen de ser delito. Y el mismo que se monta a horcajadas sobre el Tribunal Constitucional y lo coloniza para que esté a su servicio.
Y también son cómplices aquellos medios que en búsqueda del favor económico para sus negocios, –y desde la ausencia de cualquier análisis intelectual riguroso sobre esta triste deriva–, amparan con su línea editorial esta peligrosa metástasis de imbecilidad que invade a España, prolongando la vida política a este individuo que pasará a la historia, sí, pero no como un hombre de Estado, sino como un jamelgo desbocado que está anulando la dignidad de una sociedad, la española, que en su mayoría, todavía, es trabajadora y decente.
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