Hacerse el riojano

DAME BARRO QUE SOY NAVARRO ·

Miércoles, 7 de septiembre 2022

Todos tenemos multitud de personalidades. Que nadie se engañe. A algunos se les nota mucho. A otros casi nada eso de opinar una cosa, luego ... otra, sonreír y ya está. Porque como buena gente del norte sometidos al frío tenemos por costumbre usar 'la chaqueta' y cambiar de ideas sin problema.

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Yo lo hago siempre. Me tenéis medio conquistado cuando paso varios días con vosotros. Vuelvo a mi tierra con ganas de hablar de vuestras bondades (pocas eso sí, pero alguna podría destacar). Aunque pronto un ente foral entra en mi mente y me dice: «No te dejes. Sé fiel a la defensa de tu Reyno». Así que siempre trato de renegar de todo lo que tenga que ver con vuestra cultura. Y salvo así mi imagen forjada en el bipolarismo en el que vivo.

Por eso estaba yo el sábado pasado en el lado bueno del Ebro disfrutando de mi relax mental en Pamplona y recargando las pilas forales que luego os ocupáis de fundirme en menos de una hora. Y me fui al concierto del señor Tangana en el Navarra Arena. Había riojanos por todas partes. ¡Pobres de vosotros! Dejando el dinero junto al estadio de Osasuna. Alguno incluso me saludó con alegría en la espera... Pero yo no quise empatizar mucho. Ante todo navarro. Nunca riojano.

Y no sé qué pasó que todo saltó por los aires por culpa de un señor riojano universal, cantante, actor y con una calle en Logroño: Pepe Blanco.

Porque de pronto su espíritu me poseyó cuando apareció en mitad del concierto en una grabación que salió en la pantalla. Pepe salía en el programa Cantares de Lauren Postigo hablando del flamenco. Y exaltado grité «¡Ese riojano grande. Aúpa Logroño!».

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Las miradas incrédulas de mis amigos me pararon los pies. Por un momento me hice el riojano. Sentí ese orgullo patrio vuestro raruno. Mi cuerpo se elevó a otras cotas y tuve miedo de mi caída. Que todo lo que sube baja. Y cuando me di cuenta de mi imperdonable error quise solventarlo hablando de Sabicas a los que habían visto mi exaltación. Que también le daba al mundo flamenco. Y era navarro y por tanto mejor. Y me perdonaron. Prometo que no volverá a pasar.

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