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FÚTBOL

MARÍA JOSÉ GONZÁLEZ - EL TRAGALUZ

Lunes, 5 de noviembre 2018, 23:53

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Acabo el lunes como lo he empezado: harta de escuchar en las emisoras de radio o de leer en los periódicos digitales que le van a dar la boleta al entrenador del Real Madrid, que un tal 'duce' italiano puede sucederle, o no, que Florentino Pérez no ha tirado de chequera para reforzar la plantilla esta temporada tras la salida de Ronaldo... y así les va, que el equipo necesita un delantero como el comer. En fin, que hoy no me ha dado tiempo a ver la televisión, pero seguro que el tema habrá copado los debates. Hasta en la sopa.

El fútbol se ha convertido en un arte de culto. Una religión con millones de fieles. Para muchos, ver un partido todos los domingos... o los viernes o los lunes o los miércoles es como volver a la infancia y recordar aquellos recreos dejándose las rodillas en los patios cuando jugaban una pachanguita con sus compañeros de clase en el patio. La de rodilleras que cosieron aquellas madres.

El problema de este deporte es que ha superado su propia categoría y se ha convertido en un fenómeno de masas y en un instrumento de socialización porque construye en cada equipo una identidad colectiva. La que, precisamente, le falta a este país como nación. Y en torno a él se ha generado un negocio obsceno, de cientos de millones de euros, con televisiones privadas, clubes reconvertidos en multinacionales y un incesante mercadeo de jugadores en el que nunca se llega a firmar el contrato más caro de la historia porque siempre habrá otro que le seguirá y batirá de nuevo todos los récords.

Dicho lo cual, reconozco que tanta intensidad informativa sobre Lopetegui me resulta entretenida y me seguirá distrayendo hasta que le den el pitido final.

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