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Franco fuera de Cuelgamuros

Como tantas otras veces en cuestiones trascendentales, no se trata de votos, sino de hacer lo que es pertinente hacer

JOSÉ MARÍA CALLEJA

Jueves, 20 de septiembre 2018, 23:40

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Hemos desgastado tanto por el uso abusivo el calificativo «histórico» que resulta que cuando es pertinente emplearlo lo sentimos fatigado, carente de su significado primigenio. Por eso, sí, hoy podemos decir que la aprobación por el Congreso de los Diputados del decreto ley que permite exhumar a Franco de su actual lugar entronizado es, como mínimo, inédito en la historia reciente de España; por lo tanto, histórico. Noticia, vaya.

Después de cuarenta años de fructífera y ejemplar Constitución, después del periodo más largo de democracia en la España que conocemos los vivos, después de, pongamos, treinta años que han sido una revolución en el bienestar, en las libertades, en el orgullo razonable por las cosas buenas de España, podemos decir que a Franco le queda poco, dos telediarios, para salir de su inexplicable lugar de privilegio. Por fin.

Hay un caudal de emociones, una sensación de reparación, de justicia, por parte de muchos españoles que a los cuarenta años de dictadura, le sumaron décadas de oprobio al ver a un dictador fuera de su sitio.

Está muy claro que el PP y Ciudadanos son dos partidos democráticos. Lo digo porque hay quien se pone estupendo y les saca del tablero democrático y dice, sectariamente, que por ser de derechas, o de centro, son 'fachas'. No, son dos partidos democráticos y, en el caso del PP vasco, con una bagaje de víctimas provocadas por el terrorismo nacionalista. Un partido compuesto por gentes que lucharon por la libertad, sin otra ventaja que la de estar en primera fila para que les volaran la cabeza. En el caso de Ciudadanos, con una resistencia ejemplar contra el nacionalismo obligatorio en Cataluña, ese que tiene olores excluyentes, cuenta con una trayectoria bien reciente y democrática. Por eso no entiendo que el PP y Ciudadanos se hayan abstenido en la votación para sacar al dictador de Cuelgamuros, que es como gusta nombrar al Valle de los Caídos a Nicolás Sánchez Albornoz, uno de los pocos supervivientes que trabajaron, en contra de su voluntad, como la mayoría, en aquel lugar siniestro y terebrante.

No sé si se han abstenido para no perder un puñado de votos, en el caso del PP, o por buscar en esa abstención una forma de hacer oposición a Sánchez, en el caso del PP y de Ciudadanos. Me parece un error. Podían haber votado con espíritu de consenso, ese que hizo posible la Transición.

Como tantas otras veces en cuestiones trascendentales, de solteras históricas, no se trata de votos, supuestos o reales, se trata de hacer lo que es pertinentemente democrático hacer. Y eso se traduce en que hay que sacar al dictador Franco de su lugar preferente, allí, al lado de las víctimas que no lo hubieran sido de no haber dado él un golpe de Estado contra la República legal, de no haber practicado una represión brutal, en caliente, pegada al golpe, y una represión sistemática, sostenida en el tiempo, fría, que duró hasta su muerte.

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