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San Fermín, sí

De la menestra, cualquiera puede servirse y darse un atracón. O hacer una selección 'gourmet' de las piezas que desea y moderar la ración. La clave consiste en que cada uno construya a su exclusivo gusto el plato sanferminero de sus deseos

JOSE MURUGARREN. - PERIODISTA. REDACTOR JEFE EN DIARIO DE NAVARRA

Viernes, 13 de julio 2018, 23:27

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Que las fiestas son desinhibición es una verdad de perogrullo. Aquí y en Vladivostok. Pero cuando las gafas de mirar se las pone alguien a miles de kilómetros frente a la tele, la realidad para retener al espectador tiene que ser aparatosa. No valen ni tintas medias ni matices. Si un grupo de salvajes mete a una chica en un portal y la agrede sexualmente habrá medios que conviertan la ciudad de los sanfermines en la nueva Gomorra. Surgirán periódicos, revistas, televisiones y blogueros que enviarán reporteros a confirmar la hipótesis preconcebida de 'Pamplona ciudad sin ley'. Imágenes, informaciones, comentarios..., prenderán un incendio de esos virales y Pamplona pasará de ser un enclave de fiesta y encierro a la nueva meca de la agresión sexual y el desmadre.

Algo de este desquicie hemos vivido en los últimos tiempos en Pamplona. Los sanfermines no son ni más inseguros que hace una docena de años ni más peligrosos que otras fiestas por mucho que el foco mediático nos meta hoy el dedo en el ojo. Si ha contribuido a algo el ataque de 'la manada' es a contagiar una extraordinaria sensibilidad colectiva frente a los abusadores sexuales. Seguimos estando donde estuvimos. Somos lo mismo pero ha cambiado el color del prisma de quienes nos observan.

Probablemente por eso ha nacido en Pamplona la campaña «San Fermín Sí- San Fermin Bai». Éramos una mezcla entusiasta de juerga, toros, calle y santo. Y seguimos siendo eso. De la menestra, cualquiera puede servirse y darse un atracón. O hacer una selección 'gourmet' de las piezas que desea y moderar la ración. La clave consiste en que cada uno construya a su exclusivo gusto el plato sanferminero de sus deseos. Los hay incondicionales de la calle; quienes no se perderían unas dianas así les corten un dedo; gente de punta en blanco y, otros.., de blanco sólo en una punta del pantalón; los que entran en casa después del vermú y los que después del primero van de vermú en vermú de tirón hasta el 'Pobre de Mí'. Los que beben en plástico y los que no perdonan la vasija fina ni en el café con leche. Hay forofos del encierro y los toros; hinchas de la Estafeta y de Santo Domingo y los hay antitaurinos... Familias que van a los fuegos artificiales y comentan la calidad cromática de las palmeras pirotécnicas con tanta erudición como si acometieran un trabajo de fin de grado y quienes sólo ven un 'pimpampún' ruidoso que no termina nunca. Aquí hay gente que venera al santo, quien le reza todos los días y quienes no se arriman a la capilla. Miles que siguen la procesión del 7 de julio y otros muchos que duermen entretanto la juerga que terminó con la amanecida. Quien bebe poco y demasiado. Todos están invitados si construyen la fiesta con respeto.

Sufrimos hoy dos debilidades. La de los que nos presentan como el último rincón mundial de los excesos y la de los 'cansos', esa más clásica, que siempre lloran porque las fiestas no son lo que eran. A ambos niego la mayor. A los primeros, que no confíen demasiado en los mensajes negativos. Vivimos la fiesta con reglas. Se multa a quien toca a los toros, se persigue a quien roba, a quien se salta el semáforo en rojo o a quien agrede y hemos desarrollado una intolerancia especial frente a quien abusa de las mujeres. Para quienes los mejores sanfermines fueron los de antes, decirles que se equivocan. Probablemente porque la vida circula en autopista y quienes ya quemaron muchos tiques se dejaron sus mejores tiempos en el peaje. Pero no hay tiempo mejor que el que se vive. Nuestras 204 horas de fiesta son una prueba de resistencia del 6 al 14 de julio. O unas olimpíadas. Y hay quien está para brillar en todas las modalidades y otros apenas para jugar a la petanca. De todo se puede disfrutar. Porque seguimos teniendo una de las mejores fiestas del mundo. De verdad. ¡San Fermín SÍ! SanFermin BAI!

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