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Falso testimonio

El argumentario nacionalista de que no hay delitos se viene abajo cuando los que declaran están obligados a no mentir

JOSÉ MARÍA CALLEJA

Viernes, 15 de marzo 2019, 10:04

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Cuando los que pasan por delante de los magistrados y fiscales del Tribunal Supremo están obligados a decir verdad, las cosa cambia radicalmente. Se acabaron los mítines lacrimógenos de autombombo de los procesados, que tienen hasta derecho a mentir: soy bueno, decía Junqueras. Ahora los testigos se despeñan por el reiterado 'no me acuerdo', el evasivo 'no sé' y disculpas del tipo el perro se ha comido mis deberes.

Cargan incluso la infinita paciencia del juez Marchena, que en un tono pedagógico y pausado les informa de las consecuencias que acarrea mentir ante la justicia. Pueden cometer delito de falso testimonio, no solo por no decir la verdad, también por hacer como que no saben de algo que conocían al dedillo y de lo que presumían cuando pensaban que el golpe de las votaciones traería la Independencia y la República, no solo durante ocho segundos.

Así resulta que nadie pagó urnas, ni papeletas, ni anuncios, ni carteles... Algunos no se acordaban de afirmaciones dichas el pasado julio sobre el tal Jaume Mestre, responsable de propaganda de la Generalitat.

En estas, llega la representante vicaria del huido a Waterloo en Cataluña y tira de una cita de Ana Frank para retorcer el pescuezo a la decisión de la Junta Electoral que obliga a retirar los lazos amarillos de los edificios oficiales de la Generalitat. Después de tratar de equipararse en capítulos anteriores con Rosa Parks, Ghandi y Marcelino Camacho, entre otras cumbres éticas de la Historia, faltaba una víctima del terror nazi para que, en este caso, Elsa Artadi intentara groseramente dibujar el paralelismo entre la Cataluña actual y el nazismo. Mandar retirar los lazos amarillos crea una serie de víctimas que enlazan con lo contado por Ana Frank sobre la libertad de expresión bajo el nazismo. No se habla de otra cosa.

El argumentario nacionalista de los primeros días del juicio -no hay caso, no hay delitos-, se viene abajo cuando los que tienen que declarar están obligados a no mentir y no pueden ser amnésicos o mostrarse como ignorantes de los mecanismos para hacer con fondos públicos una votación que cuesta dinero, unos observadores internacionales, que también, una infraestructura que no es gratis, ni económica ni judicialmente. Algunos de los testigos sabían lo que costaba el proceso, de dónde venía el dinero, controlaban y engrasaban esos mecanismos de los que hoy se desentienden.

Tienen también relevancia las explicaciones de mandos policiales que dicen bajo juramento que advirtieron a Puigdemont del riesgo de violencia. Como la tienen declaraciones de los supuestos moderados del PDCAT, que reconocen no haber tenido la valentía de decir la verdad sobre lo inviable del 'procés' y frustrar así a los suyos.

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